Las obras las visitaba en avión privado porque Andrés Jaramillo, además de aparecer como presidente de Conalvías como uno de los grandes a diferencia de la mayoría de ingenieros que manejan bajo perfil, le gustaba el lujo y la farándula. La liquidez con el que se dio la gran vida tocó fondo y por cuenta de una macrodeuda de 307.000 millones tuvo que solicitarle a la Superintendencia de Sociedades autorización para "renegociación obligatoria de deudas por falta de liquidez que incluye un margen de tiempo superior a los 90 días para cancelar sus obligaciones con los acreedores. La Super Sociedades aceptó la solicitud de reorganización de la compañía para no liquidarla y concertar un cronograma de pagos. El momento es difícil para Andrés Jaramillo no solo económico sino en lo penal porque la Fiscalía lo acaba de llamar a una indagación preliminar por la cesión que le hizo el alcalde Moreno del polémico contrato de la calle 26.
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