Desde el inicio de la campaña de Petro, la irrupción de Benedetti creó un cisma dentro de la coalición de izquierda. Fue junto con Roy Barreras, artífice de la elección, como lo habían sido en la reelección de Uribe y la de Santos.
Benedetti sabe lo que Petro no, y por eso lo necesita cerca: hacer política. Moverse como pez en el agua entre los directorios políticos, los caciques regionales y los financiadores de campañas de todo pelaje. Sabe negociar apoyos con base en el presupuesto, mantiene buenas relaciones con los jueces, en fin, tiene todo lo que Petro en su ceguera sectaria no puede ver, pero que sabe que necesita.
Petro necesita volver a barajar para reflotar las reformas que sucumbieron en medio de su torpeza política, y volver a tomar aire en el congreso. La cuota inicial fue una calculada jugada para crear vacantes espontáneas en el gabinete. La segunda será que el guante de seda de Benedetti traiga a los sectores políticos que necesitan de la mermelada para mantenerse energizados en el congreso.
Petro sabe que sus bases están ahí y no lo van a abandonar. Necesita a otros sectores y la llave para traerlos se llama Armando Benedetti.
Pero tiene otro valor. Petro sabe que su agenda de reformas no tiene contestación de otros sectores políticos y que va a a marcar la campaña 2026, y tiene un plan B para mantenerse en el juego: el designado del petrismo o de lo que salga de aquí en adelante para continuar con las reformas va a ser Roy Barreras, un hombre que otea el horizonte y mueve sus hilos desde un exilio dorado en Londres. Benedetti que ha sido su socio político durante 20 años es clave en esa estrategia.
Por esas dos razones, Benedetti estará a la diestra del señor presidente un buen rato.
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