El 3 de abril de 2025, el mundo financiero —desde Wall Street en Nueva York hasta las bolsas globales— vivió un día de caos. Las pantallas de Bloomberg parpadeaban en rojo y los gestores de fondos bregaban por contener el pánico. Los nuevos aranceles impuestos por Donald Trump estremecieron los mercados. Al día siguiente, la retaliación de China fue fulminante: un arancel del 34 % sobre los productos estadounidenses. En Wall Street, los grandes inversionistas se preparaban para lo peor. El S&P 500 y el Nasdaq Composite habían caído 10 % en apenas dos días.
En Alabama, bastión republicano, la familia Thompson no sabía que esa tormenta financiera pronto tocaría a su puerta.
Tuscaloosa, ciudad industrial donde residen los Thompson, parecía seguir su curso habitual. Mark trabaja como ingeniero en una planta de manufactura, mientras Sarah, su esposa, es maestra en una escuela pública. Sus hijos, Alex y Emily, pasan las tardes jugando en Capitol Park y, a veces, acompañan a sus padres yendo de compras a Walmart, Publix o Dollar General. No obstante, algo empezó a cambiar.
Mark había votado por Trump en 2020 y nuevamente en 2024. Creía en sus promesas: mejorar la economía, reducir la inflación y crear empleos. En una comunidad golpeada por la desindustrialización, como la de Tuscaloosa, sus palabras tenían eco. Un empresario como Trump… Además, compartía sus posturas sobre inmigración y seguridad nacional.
La idea de que Trump “ponía a China en su sitio” y protegía los empleos estadounidenses influyó. Pero más allá de los argumentos, Mark sentía un profundo descontento con el sistema político tradicional, con ese establishment de Washington que, en su percepción —alimentada por el discurso de Trump—, no contribuía a resolver los problemas reales de su comunidad.
Sin embargo, a finales de abril de 2025, Sarah, haciendo mercado, notó que el precio de las verduras frescas en Publix se había trepado. Los tomates, que antes costaban USD 1.50 por libra, ahora estaban a US$2.20. En Walmart, Mark se sorprendió al ver que el televisor que planeaba comprar había subido USD 200, debido a los mayores costos de importación de componentes electrónicos. “Esos aranceles están afectando todo”, murmuró mientras empujaba el carrito por los pasillos.
La situación familiar ya había dado señales de deterioro cuando el tío de Mark, Jim Thompson, recibió una carta del programa federal DOGE (Department of Government Efficiency) en marzo de 2025, notificándole que su puesto de empleado en una oficina administrativa en Montgomery había sido eliminado como parte de un plan de austeridad. Jim, un republicano de toda la vida, se unió a una de las manifestaciones de protesta realizadas en Alabama (y en muchas otras ciudades del país) el sábado 5 de abril de 2025, en contra de las políticas de recorte impulsadas por Trump y Musk. “Absurdo”, dijo Jim en una cena familiar. “Trump dizque protegiendo los empleos estadounidenses, pero aquí estoy yo, republicano, sin trabajo”.
Entretanto, la arrogancia de Trump y su equipo persistía. Pese a las caídas bursátiles —las peores desde la pandemia—, en conferencia de prensa desde Washington D.C., el presidente declaró: “Esta guerra comercial la estamos ganando”.
Con el paso de los meses, el impacto de los precios al alza se fue acumulando. La familia comenzó a recortar gastos: menos cenas en el restaurante local Dreamland BBQ, menos visitas al parque estatal Cheaha Mountain, y más compras en tiendas de descuento como Dollar Tree. El descontento fue generalizándose entre vecinos y amigos de los Thompson.
Cuando llegaron las elecciones para el Congreso en noviembre de 2026, la vida de su hogar durante el último año y medio fue la clave. Mark había votado por Trump, finalmente, con la esperanza de pertenecer a una clase media trabajadora fortalecida. Esta vez, no votó republicano.
En millones de hogares como el de los Thompson —desde Alabama hasta Ohio y Pensilvania— el descontento se tradujo en votos que cambiaron la composición del Congreso. Lo que comenzó como una estrategia comercial agresiva se convirtió en un boomerang político devastador para Trump y su equipo.
En retrospectiva, la arrogancia con la que se manejaron estas políticas contrastó brutalmente con la realidad económica de familias como los Thompson. Y aunque Wall Street fue el primero en sentir el sacudón aquel abril de 2025, fue la clase media estadounidense la que cargó con el peso real del impacto económico… y político.
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