Opinión

Colombia sin contrapeso: cuando la oposición falla más que el gobierno

La oposición política es tan mediocre que con toda la metralla interna del gobierno no ha logrado articular algo ligeramente coherente y Petro repunta en encuestas

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mayo 12, 2025
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La oposición política en Colombia atraviesa un momento tan mediocre que, pese al fuego amigo dentro del Gobierno, la corrupción rampante y la ejecución a medias, Petro repunta en las encuestas. Más fácil no la podían tener, y ni así logran capitalizar los errores del Ejecutivo.

En cualquier otro país, una oposición con algo de estructura ya habría sepultado al partido de gobierno. Pero aquí, en este país de paradojas, la derecha y el supuesto centro imitan a la izquierda en uno de sus peores rasgos: la crónica incapacidad de articular acuerdos y proponer candidaturas que inspiren algo más que resignación o el síndorme de “voto contra XXX”.

Los obsequios políticos han sido de proporciones bíblicas. Solo en los últimos días, los presidentes del Senado y la Cámara, Name y Calle, capturados por embolsillarse dineros de UNGRD provenientes de gestiones palaciegas, según exfuncionarios del propio gobierno. No es cualquier noticia: es un escándalo con ADN del 8000, que en su día catapultó a Pastrana. Y aún así, la oposición parece mirar para otro lado.

La trifulca entre la canciller y el ministro del Interior es de esas escenas que parecen escritas para Sábados Felices. La primera, con sus acusaciones al sobrio Benedetti pareciera estar clamando por algún tipo de censura seria contra su colega, a quien Cambio acusa de deudas impagas en la embajada ante la FAO. Mientras tanto, la misma inexperta canciller es desautorizada por el Presidente, una y otra vez, en público, por cuenta de Ecuador (caso Noboa), la Comisión de Relaciones Exteriores, y hasta la elección de Laura Gil en la OEA. La tensión llega hasta Pekín, literalmente, con el giro hacia China del mandatario. Todo un regalo para la oposición, que sigue cruzada de brazos.

Y la joya: las cartas del ex canciller Leyva. Más allá de sus motivaciones, el tema no es el consumo drogas, sino de gestión fallida. Que los líderes consuman, es tema suyo. Que no cumplan con sus deberes, ya nos afecta a todos.

Pero ni con toda esta metralla interna se logra una oposición que articule algo medianamente coherente.

El oxígeno que Petro recibe a través de la agitación a favor de la consulta sobre la reforma laboral le permite moverse como si estuviera en campaña.

El oxígeno que Petro recibe a través de la agitación a favor de la consulta sobre la reforma laboral le permite moverse como si estuviera en campaña. Jugada hábil. Explica esos puntos de más en las encuestas y que lo colocan en un grado de favorabilidad que supera el 35 %.

Lo cierto es que, como congresista, Petro fue un opositor más eficaz y hábil que todos los políticos que hoy, supuestamente, lo enfrentan. ¿Alguien ha escuchado una postura opositora coherente sobre la reforma laboral que no suene a ataque puro y duro a los trabajadores?

Y qué decir de los ministerios: MinTIC, MinDeportes, ahora MinComercio, convertidos en parcelas de mermelada para grupos políticos que no muestran ni el más mínimo interés por el desempeño real, en manos de “partidos tradicionales”. Vergüenza.  La calidad del debate político es paupérrima. Mucha mermelada, poca sustancia. Como en los diabéticos: tanto dulce termina causando fatiga, sed, y una absoluta incapacidad de concentración. Reconozco sí, que hay excepciones de congresistas diligentes (Juvinao, Lozano…).

El escándalo de la UNGRD es otro 8000 en pleno 2024, con congresistas de los “tradicionales” y aliados del Pacto metidos hasta el cuello. Se entiende: manifestarse abiertamente en contra es, para algunos, señalarse a sí mismos.

Lo que vivimos hoy no es solo una crisis de gobierno, sino una crisis de alternativa. Un país sin una oposición articulada, lúcida y democrática está condenado a la resignación o al mesianismo populista. Si el poder desgasta, la oposición ausente desgasta más. Porque sin ella, la democracia no tiene espejo, ni presión, ni salvavidas. Y en Colombia, hoy por hoy, ese espejo está roto.

Del mismo autor: Ser una persona mayor en Colombia: una condena o una oportunidad

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