Eran las seis de la tarde, el sol comenzaba a despedirse para darle paso a la noche cuando el pitazo inicial se escuchó en el Atanasio Girardot. El estadio se encontraba abarrotado de hinchas del conjunto local apoyando a su equipo.
Algunos hinchas del conjunto cardenal se encontraban afuera del estadio, con la esperanza de ver a su equipo campeón.
En la capital, la noche se teñía de rojo, miles de seguidores de Independiente Santa Fe se reunieron en el Movistar Arena, en el Simón Bolívar y en todos los rincones de la capital, para apoyar a su equipo. Todos compartiendo una misma fe y una misma pasión sin importar la distancia.
Serían testigos de una noche que prometía ser inolvidable. Y lo fue.
El DIM fue el primero en encontrar el camino del gol al minuto 18, luego de una jugada colectiva y un error defensivo por parte del Santa Fe, el delantero Francisco Fydriszewski, definió de gran manera frente al arquero Mosquera Marmolejo.
Los hinchas cardenales siguieron alentando, confiando en su equipo a pesar de que no podían acompañarlos. Recordando con dolor la final del año pasado donde el Atlético Bucaramanga les arrebató el sueño desde el punto penal.
Esa décima, esa tan anhelada décima por la que habían luchado durante nueve años se escapaba de sus manos una vez más. Pero el león, aunque este herido, nunca deja de rugir.
Y cuando la esperanza se desvanecía, ocurrió un milagro al minuto 31, de la mano de Harold Santiago Mosquera, quien conectó un cabezazo tras un saque lateral, devolviéndole la alegría y la esperanza al equipo y a la hinchada cardenal.
El primer tiempo terminó en empate, pero ambos equipos sabían que la verdadera batalla estaba por comenzar. El segundo tiempo fue una lucha de guerreros, ambos equipos atacaban y defendían para defender sus sueños.
El tiempo se detuvo para los hinchas santafereños cuando Hugo Rodallega, el líder, el símbolo y capitán del equipo, comenzó a cojear. Sus ojos se llenaron de lágrimas, que reflejaban un dolor más allá de lo físico, el dolor de no poder continuar, de no poder dar todo por la camiseta, por esos colores que lo han acompañado por tanto tiempo. Pero un espíritu inquebrantable nunca se rinde y él sabía que podía dar un poco más.
Y el destino le tenía guardado algo especial para esa noche. Al minuto 79, Rodallega inició una jugada dándole un pase al jugador Edwar López, que entró en el área esquivando a varios rivales y conectó un pase al centro del área, donde Rodallega cojeando logró llegar y definir de la mejor manera.
Un momento histórico para la hinchada del Santa Fe, uno que se quedará en la memoria de quienes lo vieron: un hombre que no podía dar más en el campo de juego, se levantó como un león fuerte, rugiendo y marcando ese gol que significó todo para el equipo, demostrando su amor y lealtad por Santa Fe, un hombre que ya no tenía piernas, pero corría con el alma.
Rodallega salió del campo convertido en leyenda después de marcar el gol de la gloria. El DIM buscaba el empate con desesperación, pero Santa Fe defendió con uñas y dientes. Diez minutos más se jugaron, fueron agonicos, y todos estaban espectantes del desenlace de la historia. Los jugadores del Santa Fe contaban los minutos para que se terminara y los jugadores del DIM deseaban que el tiempo se detuviera.
El pitazo final sonó, acompañado del rugido de la décima. Nueve años de espera, de sueños rotos, de lágrimas y de quedarse cerca de alcanzarla, por fin llegaron en esa noche mágica para Independiente Santa Fe. El equipo que contra todo pronóstico, logró rugir en lo más alto y poner finalmente en su firmamento la estrella número 10.
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