Lo que está ocurriendo en Sincelejo bajo la administración de Yahir Acuña es más que una reestructuración administrativa: es una masacre laboral disfrazada de eficiencia fiscal. Con el argumento de “ahorrar” recursos y sanear el déficit, se han suprimido cargos y dejado a decenas de trabajadores sin empleo, sin mayor explicación ni garantía de protección social. Esta política de recorte exprés ha sembrado angustia y desamparo entre familias que dependían de esos salarios, afectando de manera directa la dignidad laboral de funcionarios que durante años sostuvieron el funcionamiento del municipio.
Especial gravedad reviste la decisión de reducir la Secretaría de Cultura a una mera dirección. Esta medida, más que una simplificación institucional, es un retroceso profundo en el reconocimiento de la cultura como un eje estratégico del desarrollo. Sincelejo no solo pierde una estructura administrativa: pierde memoria, pierde identidad, pierde futuro. Convertir la cultura en una dirección subordinada es desconocer la diversidad, la creación artística, las voces comunitarias y el tejido simbólico de una ciudad que, aunque golpeada por la desigualdad, ha encontrado en la cultura un lenguaje de resistencia y vida.
No podemos quedarnos callados. Este no es un ajuste: es un desmonte. Y lo que se desmantela no es solo la planta de personal, sino la posibilidad de construir una ciudad incluyente, con oportunidades y respeto por el trabajo digno. Hacemos un llamado a la ciudadanía, a los sindicatos, a los artistas y gestores culturales, a pronunciarse y resistir. Sincelejo no puede permitir que la política del recorte se imponga sobre el derecho al trabajo, a la cultura y a una administración pública humana. La dignidad no es negociable.
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