Ascendientes de empresarios de origen turco que a finales del siglo XIX llegaron a Colombia para buscar fortuna, los hombres y mujeres de la familia Turbay terminarían alcanzando relevancia en los altos círculos de la política. Julio César Turbay Ayala, el mayor, alcanzó su elección como presidente de la República en 1978 y su primo Hernando fue presidente del Congreso, gobernador del Caquetá y
miembro del Directorio del Partido Liberal.

Sus hijos conservaron su vena de liderazgo. Los del expresidente, Julio César Turbay y Diana Quintero, alcanzaron posiciones destacadas en la administración pública y en el periodismo. Los retoños de Hernando -Rodrigo y Diego- se destacaron en las lides parlamentarias.
Constanza Turbay Corte, hermana de Hernando y Diego- recuerda que ellos solo conocieron a su primo Miguel Uribe Turbay cuando era un niño porque solo tenía diez años cuando el mayor de ellos murió. Pero los tres tendrían un destino común: llegarían al Congreso y partirían trágicamente en ejercicio de su misión.
El sino trágico de los Turbay congresista comenzó el 16 de junio de 1995. Ese día, Rodrigo Turbay Corte cayó en manos de las Farc mientras desarrollaba una correría política en las veradas Galicia y Porvenir, cerca de Florencia.
Le aguardarían 22 meses de penoso cautiverio. Su hermana Constanza -única sobreviviente de su familia- saca del baúl de los recuerdos la única carta que los captores de Rodrigo le permitieron enviar como prueba supervivencia. ““Mami, te escribo esta carta estando muy bien de salud mental, espiritual y física (…) “No me siento rehén de las Farc, sino cautivo de Cristo y prisionero de la selva más hermosa del mundo. Y no hay hipérbole en ello…”, escribió su puño y letra el rehén de la guerrilla en la emotiva esquela dirigida a su madre, doña Inés Cote de Turbay.
Constanza recuerda que su hermano era entonces presidente de la Cámara de Representantes, y como paradoja de la vida, miembro de la Comisión de Paz que facilitó los diálogos preparatorios para la habilitación de la zona de distensión en el Caguán, donde transcurrirían las frustradas negociaciones entre el gobierno del presidente Andrés Pastrana y las huestes de Tirofijo.
El cuerpo sin vida de Rodrigo fue hallado el 3 de mayo de 1997 en un paraje del caserío Cristales, en el corazón de la selva caqueteña de Cartagena del Chairá. Sus captores dijeron en un comunicado que había sufrido un accidente: se ahogó mientras trataba de cruzar el caño. La familia, según cuenta su hermana
Constanza, nunca creyó esa versión por varias razones. La primera de ellas es que el congresista era un eximio nadador. Otra adicional: en el momento de la necropsia su vientre, sus partes nobles y los labios no estaban inflamados, lo cual descartaba un signo clásico de asfixia por ahogamiento.
La familia Turbay, en todas sus vertientes, se fue haciendo con dificultad a la idea de que la muerte del presidente de la Cámara quedaría sin ser resulta. Hasta ahora ha sido así.
Tres años después, en diciembre de 2000, el sino de tragedia volvería a rondar a la familia en el mismo departamento del Caquetá. En época de Navidad la columna Teófilo Forero de las Farc fusiló sobre la calzada de una carretera a doña Inés Cote de Turbay y a Diego, su hijo menor y entonces presidente de la
Comisión de Paz de la Cámara, lo mismo que a un amigo de la familia, su conductor y sus escoltas.

“Los mataron con una sevicia despiadada porque la necropsia de Diego registraba 57 impactos de bala en su cuerpo”, recuerda entre sollozos Constanza, que hoy vive en un exilio forzoso en el exterior. “Sentí que con ello se iba mi vida y hasta quise sepultar mi vida con ellos”.
“A ellos -prosigue- los masacraron vilmente, acusándolos de paramilitares sin serlo. En ninguna de las investigaciones ni de los procesos que ha adelantado el país por paramilitarismo se ha encontrado el nombre de la familia Turbay Cote ni la hallarán jamás”.
Antes de enterarse de lo ocurrido Constanza creía que la cuota de sacrificio que debió pagar la familia ya estaba saldada con la muerte de su hermano mayor.

Diego, Benjamín de la familia, había renunciado a un cargo en Bruselas y buscó su elección para cumplir una misión que terminó convertida en una paradoja, en un contrasentido. Como presidente de la Comisión de Paz fue varias veces a las zonas de distensión y curiosamente también fue invitado por Yesid Arteta a la cárcel Modelo donde participó en las mesas de trabajo con los reclusos de la guerrilla en dos de sus proyectos bandera entonces. Entonces hoy todavía no está claro por qué las Farc segaron su vida.
“Cuando yo estaba entre los ataúdes de mami y Dieguito me preguntaba qué haría cada uno de los miembros de mi familia si le hubiera tocado vivir esto. Y llegue a una conclusión: trataría de recorrer el camino del perdón”, recrear Constanza al contar por qué decidió entonces ir a la Haba en la época de los diálogos de paz impulsados por la administración de Juan Manuel Santos.
¿Qué le dijeron los jefes de las Farc en La Habana cuando los tuvo frente a frente a usted en la mesa de negociaciones?, le preguntamos en su diálogo con Las2Orillas. “No solamente Iván Márquez me pidió perdón reconociendo que el asesinato de mi familia era el error más grande que habían cometido Las Farc”, responde.
Pero no solo eso. También tuve la oportunidad de que Fabián Ramírez le contara la dolorosa y triste trama que hubo detrás del asesinato de su familia. Aunque más tarde se retractaría ante lo estrado de Justicia y Paz le aseguró que todo había sido obra de una instigación del entonces congresista Luis Fernando Almario, del Partido Conservador pero allegada a los Turbay en los primeros tiempos en la
política.

Hoy, cinco lustros después de la tragedia de sus primos, el joven senador Miguel Uribe Turbay, congresista como ellos encontró también la muerte en circunstancias trágicas. Y si resultan ciertas las presunciones de las autoridades cayó, como ellos, a manos de la guerrilla.
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