Cundinamarca es una región colombiana con una inmensa riqueza natural, cultural y paisajística. Aunque muchos la asocian únicamente con municipios llenos de movimiento, calles pavimentadas y el constante ruido de los carros, también guarda otra cara: aquella donde la calma y la tranquilidad se imponen. Allí, en medio del verde y del canto de los pájaros, el tiempo parece correr a otro ritmo. Es justo eso lo que ofrece un pequeño y encantador pueblito de Cundinamarca muy cerca de Bogotá, perfecto para quienes necesitan escapar del caos capitalino y regalarse un respiro el fin de semana.
Así puede llegar al tranquilo pueblito de Cundinamarca, muy cerca de Bogotá
A tan solo unas horas de la capital se encuentra San Antonio de Tequendama, un lugar acogedor, pintoresco y lleno de paisajes que sorprenden a primera vista. Ubicado en lo alto, sus balcones naturales ofrecen una panorámica imponente del valle, donde el verde de la montaña se mezcla con el cielo despejado. No es un destino turístico masivo, pero quizá allí radica su encanto: es un espacio auténtico, ideal para quienes buscan silencio, naturaleza y un contacto genuino con la vida de pueblo.

Llegar hasta San Antonio de Tequendama es bastante sencillo y hay dos rutas principales para hacerlo. Una de ellas parte desde Bogotá por la Calle 80 o Calle 13, que conduce primero hacia Mosquera y luego hacia el sector de Mondoñedo. Desde allí se toma la vía que lleva a La Mesa y, antes de llegar a este municipio, encontrará la señalización que marca el desvío hacia San Antonio de Tequendama. En cuestión de minutos ya estará entrando a su parque central.
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La otra opción es salir por el sur de la ciudad y tomar la vía que conduce al famoso Salto del Tequendama. Al llegar a la altura del cruce hacia Santandercito, debe desviarse; si viaja en transporte público, puede bajarse en este punto y tomar un colectivo o vehículo local que lo acerque al pueblo. En total, el recorrido no toma más de tres horas, lo que lo convierte en un plan accesible y perfecto para un paseo corto.
San Antonio de Tequendama se distingue por la tranquilidad de sus calles, sus montañas y sus veredas llenas de vegetación. El verde que lo rodea es su carta de presentación: un paisaje que parece abrazar al visitante y desconectarlo de la prisa citadina. Es, sin duda, un lugar para caminar sin afán, disfrutar de su arquitectura sencilla y dejarse llevar por la hospitalidad de sus habitantes.
Un destino que, aunque silencioso en comparación con otros pueblos turísticos, guarda en su esencia el encanto de lo auténtico. San Antonio de Tequendama no solo enamora por sus vistas, sino por esa paz que ofrece a quienes llegan en busca de un respiro, recordando que a veces la mejor aventura está a tan solo unos kilómetros de Bogotá.
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