La política colombiana vive un nuevo escenario de tensiones, polémicas y acomodos. Carolina Corcho, exministra de Salud y hoy precandidata presidencial por el Pacto Histórico, se encuentra nuevamente en el ojo del huracán; ya no por cuenta de la manera en que salió del gabinete de Gustavo Petro, ni por las investigaciones que la rodean, sino por la manera en como su campaña comienza a perfilarse.
Su salida del Ministerio de Salud estuvo marcada por la falta de consensos entre dicho organismo y los representantes de los partidos políticos de oposición, así como por las acusaciones de autoritarismo y la caída estrepitosa de la ambiciosa reforma a la salud, uno de los pilares del actual gobierno. Aunado a esto, se suma la investigación disciplinaria que abrió la Procuraduría por la supuesta omisión de funciones en la crisis que vivió el país a causa de la escasez de medicamentos.
Ahora y gracias al inicio de su campaña como precandidata presidencial, un nuevo escándalo sale a la luz, esta vez, relacionado con los excesivos gastos que la precandidata viene teniendo durante sus giras políticas en las primeras semanas de campaña. Este tipo de cuestionamientos, que han venido creciendo, vienen aunados a la falta de claridad sobre quiénes o cuáles son sus fuentes de financiación, más cuando se sabe que Corcho lleva alrededor de un año y medio sin ejercer y por ende sin recibir honorarios.
Hoy, cuando el país se encuentra ad portas de una nueva disputa electoral, nuevamente Carolina Corcho da de qué hablar. En las últimas semanas, han ido en aumento los rumores y cuestionamientos sobre el manejo financiero de su campaña. Fuentes cercanas a su equipo y múltiples publicaciones en sus redes sociales dan cuenta que, durante lo corrido del año, la precandidata ha venido realizando múltiples viajes por el país para buscar el apoyo de diferentes sectores y de organizaciones de base. Este tipo de viajes han servido para que sectores de la oposición empiecen a cuestionar sus fuentes de financiación, sin que Corcho haya dado claridades sobre el tema.
Si bien hasta ahora no se han presentado denuncias formales, sectores de la oposición han pedido claridad sobre el origen de los recursos utilizados en estas giras, especialmente las realizadas a la región caribe; la cual en la historia política reciente ha estado controlada por una serie de “clanes políticos” como son los Char, los Besaile, los Vives, los Trujillo y los Díaz Granados. El interés de la precandidata en esta región del país ha despertado múltiples interrogantes sobre los posibles intereses de estos clanes en posicionar en la presidencia a una persona que les garantice seguir teniendo un control casi que total de esta región.
Sin embargo, simpatizantes de la precandidata han defendido estos viajes como una “inversión estratégica” destinada a fortalecer su posicionamiento como líder nacional y a preparar el terreno para su aspiración presidencial. La narrativa que impulsan es clara, Corcho se presenta como la mujer que busca hacer historia convirtiéndose en la primera presidenta de Colombia y continuar el legado y el anhelo de cambio del actual gobierno.
Ahora bien, cabe señalar que Carolina Corcho, durante su corta carrera política, no ha sido ajena a la controversia. Como ministra, generó odios y adhesiones en igual medida. Sus seguidores la ven como una mujer coherente, de carácter fuerte y comprometida con transformar la política en beneficio de las mayorías. Sus detractores, en cambio, la acusan de radical, dogmática y poco efectiva en la gestión pública, dado su fallido paso por el Ministerio de Salud.
En este escenario, su precandidatura presidencial plantea más interrogantes que certezas. La política colombiana ha visto surgir candidaturas desde la polémica y la confrontación, pero pocas veces una figura con tantos cuestionamientos simultáneos desde tan temprano en la campaña ha logrado llegar al poder.
Dentro del panorama electoral que cada vez toma mayor forma, se hace menester resaltar que este no le es del todo favorable a la precandidata Carolina Corcho. A pesar de la intención de voto, que muestra cierto crecimiento, los índices de rechazo a su figura son elevados. La memoria reciente del fracaso de la reforma a la salud, las crisis de abastecimiento de medicamentos por las que pasó el país, su investigación en la procuraduría y ahora su nuevo escándalo por la procedencia de los recursos económicos de su campaña van a tener un gran peso en la opinión pública
Además, dentro del Pacto Histórico no es la única aspirante. Voces cercanas a la coalición insisten en que aún faltan meses para consolidar una candidatura única, y que es posible que Corcho deba disputar su candidatura con otros nombres de mayor experiencia y relevancia política en el país.
Ahora, el futuro de Carolina Corcho depende de varios factores, entre los que se encuentran la evolución de las investigaciones en la Procuraduría, la capacidad de su campaña para blindarse frente a las acusaciones de manejo irregular de recursos, y su habilidad política para ampliar sus apoyos más allá del Pacto Histórico.
Por lo pronto, su salto a la contienda presidencial ha encendido las alarmas tanto en sectores de oposición como dentro de su propia coalición. Lo que ocurra en los próximos meses será decisivo para definir si su paso por el Ministerio de Salud se convierte en una carga imposible de superar o en la plataforma que la catapulte como la primera mujer en aspirar con opciones reales a la Presidencia.
Fuentes aseguran que, debido a sus múltiples escándalos, desde el interior del Pacto Histórico se ha venido adelantado un proceso de diálogo con la precandidata, para que esta renuncie a su precandidatura, toda vez que sus acciones van en contravía de los principios que como coalición representan.
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