En días recientes han aparecido varios artículos poniendo en duda o negando la existencia del “Cartel de los soles”. Se argumenta que las aseveraciones de Trump y del secretario de Estado Marco Rubio que Venezuela, y muy especialmente Maduro y sus secuaces, participan en el negocio del narcotráfico, carecen de todo sustento. Recientemente un columnista de este portal señalaba en relación con un artículo de un italiano, Pino Arlachi:
“Comienza por examinar el informe 2025 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la droga y el delito, según el cual sólo una fracción mínima de la producción colombiana de drogas pasa por el país rumbo hacia Estados Unidos y Europa. Según la ONU, Venezuela se ha consolidado como un territorio libre del cultivo de hoja de coca, marihuana y productos similares, así como de la presencia de cárteles criminales internacionales.”
En opinión de este columnista, los argumentos negando la existencia del “Cartel de los soles” no tienen en cuenta varios aspectos relevantes:
Para ser catalogado como un narcoestado no es necesario producir la materia prima. El hecho que en Venezuela no se produzca hoja de coca no invalida que haya laboratorios que refinen la hoja de coca y que haya toda una red de logística para exportarla a diferentes destinos, tanto en el continente como a África. En México, en donde prácticamente no se produce ni se refina la hoja de coca, opera posiblemente la mayor red logística a nivel mundial de sustancias ilícitas, incluyendo por supuesto el fentanilo y la cocaína.
En Venezuela no se mueve un papel sin la autorización de las Fuerzas Armadas
La ONU, el italiano Pino y otros desmienten que haya formalmente un “Cartel de los soles”. Si bien es muy posible que no exista una organización formal en la cual haya estatutos y organigrama, mucho menos estados financieros, o registros ante la Cámara de Comercio, lo cierto es que el permitir el tránsito de cocaína a través de su territorio, y consentir laboratorios para procesar la pasta de coca, necesariamente implica que hay complicidad al nivel más alto para que pueda funcionar dicho negocio. En Venezuela no se mueve un papel sin la autorización de las Fuerzas Armadas.
Finalmente se debe anotar que, en el oriente colombiano, principalmente en el Catatumbo y otras zonas de Santander, el Guaviare y parte de Vichada, se produce aproximadamente entre el 20 % y el 40 % de la hoja de coca de Colombia. Prácticamente la totalidad de esta producción termina es en Venezuela para ser refinada si es el caso y eventualmente exportada. El hecho es que, en el negocio de la cocaína en el oriente colombiano, dos de los tres principales actores son las Farc y el ELN, ambas agrupaciones de narcoterroristas colombovenezolanas. En múltiples ocasiones Maduro, Diosdado Cabello y Vladimir Padrino han dejado entender que abiertamente protegen a los integrantes de estas organizaciones criminales; y es casi una certeza que Iván Márquez, la cabeza de las disidencias de la Farc, al igual que los otros cabecillas del ELN, operan es desde Venezuela. Entonces afirmar que en Venezuela no hay presencia de carteles criminales internacionales, riñe con la realidad.
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Apostilla: El autor de esta nota está totalmente de acuerdo en que el precio de los combustibles debe estar atado es al precio internacional, indistintamente se trate de gasolina, diésel o gas. Es obvio que si los precios de estos combustibles aumentan, ya sea vía decreto o por mayores impuestos, el costo de la vida va a aumentar, tanto de manera directa como indirecta al verse afectados todos los productos que tienen que ser transportados. Afirmar como se ha hecho que los pobres no consumen casi gasolina y que por lo tanto no les afecta la subida del precio, no pasa de ser una solemne imbecilidad. Como dijo con mucha gracia la representante Katherine Miranda, “Por fortuna las motos se tanquean con babas y la comida llega en alfombras mágicas”.
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