Mikhail Krasnov, conocido como “el profe”, llegó a Tunja en el año 2008 para vivir lejos de su patria y de su familia, enfrentando una vida marcada por la carencia. Según sus propias declaraciones, durante ese tiempo previo a su elección como alcalde de Tunja, su situación económica fue tan difícil que, a menudo, no tenía ni para el almuerzo. En una ocasión, incluso, no pudo pagar la cuenta de la luz porque el recibo le había llegado por $23.000 y él solo tenía $22.000
En una entrevista para el programa Vicky en Semana, el 31 de octubre de 2023, el periodista Jairo Lozano le preguntó:
—¿Y usted es un hombre adinerado?
A lo que Krasnov respondió con franqueza:
—No, yo creo que ustedes son más adinerados. Yo vivo acá, en el estrato 2, en el barrio La Fuente. Yo no tengo carro ni moto…
Este relato, cargado de humildad, presentaba a Krasnov como un hombre común: un académico que, pese a la adversidad, se mantenía firme en su lucha por salir adelante. Un hombre que, a pesar de no contar con recursos, había logrado establecerse en una ciudad ajena a su cultura, sin lujos ni comodidades, confiando en la caridad de sus amigos cuando la necesidad apremiaba. Se podría decir que a él le bastaban un colchón en el suelo, una cerveza y medio pan duro (como dicen los europeos).
El cambio radical de Mikhail Krasnov
La historia de Krasnov dio un giro sorprendente con su ascenso a la Alcaldía de Tunja. Durante su campaña, el mensaje de austeridad y lucha resonó profundamente entre la ciudadanía, especialmente en aquellos electores cansados de los politiqueros tradicionales, sus falsedades y la corrupción. Krasnov logró conectar con la desilusión y las necesidades de la gente. El apoyo popular alcanzó los 27.330 votos (equivalentes al 31,57 % del total de la votación) en octubre de 2023, con lo que fue elegido como el nuevo mandatario de la ciudad.
No obstante, la narrativa de lucha y humildad de Krasnov comenzó a tambalear cuando, pocos meses después de asumir el cargo, se conoció que había adquirido una moto Yamaha Virago —un bien que, hasta ese momento, había dicho no poder costear—. A esto se suma el hallazgo en la Superintendencia de Notariado y Registro de Bogotá, donde aparecen a su nombre un apartamento y un garaje en una zona exclusiva de la calle 85, avaluados en aproximadamente $1.000 millones.
¿Presunto caso de enriquecimiento ilícito de Mikhail Krasnov?
Los folios de matrícula inmobiliaria 50C-1840204 y 50C-1840160, que registran un apartamento y un garaje en Bogotá a nombre de Mikhail Krasnov, plantean interrogantes sobre el origen de los recursos con los que se financiaron dichas adquisiciones. Recordemos que, hasta el año 2023, durante su campaña en Tunja, Krasnov enfrentaba dificultades económicas y apenas lograba cubrir sus necesidades básicas.
Entonces, ¿cómo pasó de ser un hombre en apuros a comprar bienes inmuebles de considerable valor? Este es el punto que ha despertado sospechas o, al menos, cuestionamientos razonables, como los que expongo en esta columna de opinión.
Las cuentas, sencillamente, no cuadran. Supongamos que el salario del alcalde ha oscilado alrededor de los $20 millones mensuales. Multiplicado por los 19 meses que lleva en el cargo, da un gran total de $380 millones, sin deducciones de impuestos, contribuciones ni gastos de manutención. Aun dedicando todo ese dinero al ahorro, la cifra no se acerca al valor de las compras reportadas.
A esto se suman los hechos más recientes: a la sentencia que declaró la nulidad de su elección por el Tribunal Administrativo de Boyacá, en marzo, siguió en agosto de 2025 la decisión de la Procuraduría General de la Nación, que lo destituyó e inhabilitó por 14 años, debido a que, a pesar de estar impedido, asumió la alcaldía. El origen de estos procesos fue un contrato de prestación de servicios con la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC), firmado menos de un año antes de las elecciones. Según la Procuraduría, se vulneraron las normas sobre incompatibilidades para asumir el cargo de alcalde. Este hecho refuerza la percepción de que Krasnov, a sabiendas, pudo haber utilizado su acceso al poder para obtener beneficios personales.
Las contradicciones de Mikhail Krasnov
El cambio radical en la vida de Krasnov, de la pobreza a la adquisición de bienes, alimenta las sospechas de que pudo haber accedido a recursos de manera ilícita. El hecho de que no solo haya comprado una moto, sino que también haya realizado varios viajes internacionales —de público conocimiento— y adquirido un apartamento y un garaje en Bogotá, aumenta aún más las dudas sobre el origen de esos dineros. Todo ello contrasta con su imagen de “hombre sencillo, honesto y transparente”, que en sus primeras entrevistas aseguraba no necesitar lujos y vivir en un barrio de estrato 2, en la periferia de Tunja, en arriendo.
Si bien no existen pruebas concluyentes que lo vinculen directamente con actos de corrupción, el simple hecho de que Krasnov haya pasado rápidamente de la pobreza a una vida cómoda deja muchas dudas.
En ese orden de ideas, como ciudadano votante, aprovecho la oportunidad para exigirle al señor Mikhail Krasnov que me desmienta y haga públicas sus declaraciones de renta de los últimos tres años. Esta será la única forma de que recupere la confianza.
¿La política como medio de enriquecimiento?
La situación de Krasnov también se ve alimentada por sus propias palabras, como cuando comentó que, en la realidad colombiana, “la política es un negocio” y “un juego de mafia”. Además, cuando el periodista Alexey Pivovarov, en enero de 2024, le preguntó sobre su percepción de la justicia en Colombia, respondió sin dudarlo:
—Fíjese en cualquier político: no tiene lugar fijo, mañana mismo lo pueden encarcelar. El problema es que, esté quien esté en el poder, todos estos organismos de control también están en sus bolsillos.
Estas escandalosas declaraciones evidencian su moral relajada y aumentan los cuestionamientos éticos sobre si su incursión en la política fue genuina o, más bien, se trató de un medio para acceder a recursos que antes le eran inalcanzables.
En conclusión
Estas reflexiones sobre la política local y el uso que los funcionarios públicos hacen de sus posiciones de poder ponen en evidencia la necesidad de un sistema de control más riguroso. Las sospechas que actualmente giran en torno a la figura de Krasnov exigen que la ciudadanía adopte una posición crítica, preste atención a los detalles y se quite la venda partidista al evaluar los argumentos. Seguramente, a medida que avancen las investigaciones, las respuestas a estas inquietudes se harán cada vez más claras.
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