A once meses de finalizar el Gobierno del Cambio es lamentable su rendición de cuentas desde el manejo administrativo interno.
Con la llegada de Petro a la presidencia, mayoritariamente los funcionarios del Ministerio de Trabajo veían con alegría el inicio de un nuevo rumbo, el cual vislumbraban en beneficios de reivindicaciones laborales loables: “¡Por fin llegó el que reivindica la dignidad y derechos humanos de los trabajadores! ¡Nuestro pliego de peticiones de años de lucha por fin será cumplido!”, decían en corrillos mayoritariamente el personal de planta a nivel nacional.
Y esta ilusión tenía fuerza porque veían en la naciente administración la concreción de mejoras salariales para todo el personal de esa entidad y la reivindicación de sus derechos humanos debido a que la falencia de Batería de Riesgos Psicosociales está entre las más altas de Colombia, pues en comparación con otros ministerios o entidades estatales, el de Trabajo está entre los que menos pagan a su personal y de los que menos brindan bienestar en salud mental y física a sus trabajadores… ¡Es una paradoja o gran contradicción la carencia de derechos fundamentales en la entidad encargada de garantizarlos! De la romántica ilusión a la realidad.
Al llegar la ministra Gloria Inés Ramírez con su equipo de izquierda y su Directora IVC: Luz Ángela Martínez Bravo, rompen el idílico sueño; pues desde su llegada ven al personal de planta como la paquidermia contra la que hay que luchar: ineptos, de derecha, enemigos de clase y llenos de mañas. Esta puja de choques culmina con una huelga general nacional el mes de junio de 2024, la cual duró dos meses, afectando no solo a la administración pública sino también a toda la clase trabajadora de la nación que depende de los buenos oficios de las querellas que realiza el mismo ministerio, generalmente para los obreros y empleadas del servicio. Luz Angela Martínez Bravo fue la punta de lanza que intentó romper la unidad sindical, saboteando reuniones, de manera conspirativa, penal y disciplinaria. Esto generó que la ministra, que en tiempos pretéritos defendiera las causas del sindicalismo, fuera denunciada ante la OIT en Ginebra, Suiza.
¿Fue peor el remedio que la enfermedad?… Con la llegada del nuevo Ministro Antonio Sanguino Páez, se pensaba que el servicio a la ciudadanía iba a mejorar, ya que el funcionamiento interno de una entidad está hondamente ligado con el funcionamiento externo.
Astutamente Sanguino al llegar empezó semanalmente a pedir la renuncia de los Directores Territoriales que cubren toda la esfera de Colombia, sin importar la curva de aprendizaje que se había logrado, y a menos de un año y cinco meses para finalizar esta administración; cargos funcionales de alta complejidad que como una carrera universitaria requieren de un largo tiempo para adquirir experticia y conocimiento. Este manejo no gerencial ha generado un inmenso daño al país y en especial a la clase rabajadora.
¡Fuego amigo! El 95% de los Directores fueron presionados para renunciar semana tras semana, estos en su mayoría proceden de la izquierda fiel al presidente Gustavo Petro y de un legendario proceso histórico de lucha. Antropofagia, dicen muchos, al ser devorados en una masacre laboral por un exguerrillero Camilista.
Antonio, con su posible salida, perderá los nuevos mil nombramientos de Inspectores que le autorizó el presidente Petro. Es posible que la petición de su renuncia desde la casa de Nariño no es solo por la falta de resultados en la elección del magistrado de la Corte Constitucional Carlos Camargo Assis, sino también porque está devorando a la izquierda en la que él militó antes de cambiar de bando.
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