A rey muerto, rey puesto: Uribe tantea candidatos para el Centro Democrático

El magnicidio de Miguel Uribe reacomodó el uribismo y abrió espacio para varios candidatos, entre ellos Juan Carlos Pinzón, que suena como figura para 2026

Por: Juan Sebastian Camelo
agosto 19, 2025
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A rey muerto, rey puesto: Uribe tantea candidatos para el Centro Democrático

El magnicidio de Miguel Uribe Turbay sacudió el tablero político y reacomodó las precandidaturas del uribismo. El Centro Democrático, aunque desgastado, sigue teniendo eco en una parte del país que pide seguridad y justicia, al tiempo que crece el rechazo al gobierno del “cambio”: tres años de promesas incumplidas, corrupción, impunidad y parálisis en la ejecución. El resultado: una crisis nacional sin precedentes. Como lo definió un nieto del expresidente Laureano Gómez, estamos frente al “PetroCaos” y al “Régimen” que es el verdadero enemigo de Colombia.

La oposición del uribismo no ha logrado mayor resonancia. Más allá de marchas y comunicados, el asesinato de Miguel Uribe Turbay —que debió ser un punto de quiebre para exigir garantías políticas— no movilizó al país. Y aunque sus precandidatos son respetables, cargan con contradicciones que debilitan su fuerza: desde guiños a principios marxistas, hasta posturas liberales en lo social o su participación en diálogos con el ELN. Esa dispersión abre espacio para que la derecha y el centro busquen nuevas opciones.

El ciudadano de a pie no quiere discusiones ideológicas estériles. Sufre el peso de más impuestos, la inseguridad, la falta de infraestructura y la ausencia de un rumbo claro. Lo que necesita es un buen administrador para 2026. La experiencia con Gustavo Petro dejó una lección clara: la izquierda es hábil para diagnosticar y movilizar masas, pero ineficaz en gobernar. El “cambio” nunca llegó y, en cambio, profundizó los problemas del país. Basta con revisar las reformas pensional y laboral para constatar los efectos nocivos de un gobierno que nunca estuvo a la altura de su responsabilidad.

Por eso emergen figuras de la centroderecha con capacidad de ejecución: Enrique Peñalosa, con su visión urbana y de infraestructura; David Luna, un político de carrera con resultados concretos; Germán Vargas Lleras, probablemente el más preparado, aunque alejado de la contienda en los últimos meses.

Pero quien más fuerza ha tomado es Juan Carlos Pinzón. Su trayectoria lo respalda: fue artífice de los mayores golpes contra la criminalidad desde el Ministerio de Defensa, tiene experiencia diplomática clave por su cercanía con Estados Unidos y entiende la economía nacional. Además, su perfil le permitiría articular una gran coalición parlamentaria —con Cambio Radical, Centro Democrático, Conservadores, Liberales, La U y Mira— para desmontar las reformas que hoy amenazan al país y dar el salto de calidad que Colombia necesita.

Muchos de sus contrincantes ideológicos lo han atacado, acusándolo de ser “el caballo de Troya de Santos” dentro de la posible coalición. Sin embargo, estas dudas se disiparon con la bendición del expresidente Uribe, quien exaltó sus calidades ante sus seguidores y recordó que Pinzón también fue parte de su gobierno como viceministro y luego ministro de Defensa, liderando golpes certeros como la muerte de Alfonso Cano, defendiendo a las Fuerzas Armadas y respaldando la fumigación aérea con glifosato, aun en contra de la voluntad de su entonces jefe de Estado.

Pinzón, de trato amable, respetuoso, creyente, familiar, padre, esposo, hijo, amigo —y futbolero, seguidor de Millonarios, lo que lo ha hecho resiliente ante derrotas y decepciones y del Real Madrid—, aporta altura a la política. Su preparación académica y experiencia son garantía de las decisiones que ha tomado y de las que podría tomar.

La política requiere algo más que gritos, vanidades o ataques personales. Los griegos entendieron la democracia como un espacio de diálogo entre iguales, donde el logos, la palabra razonada, debía guiar las decisiones colectivas. Los romanos, por su parte, exaltaron la virtus y la auctoritas como pilares de quienes conducían al Estado: no bastaba con tener poder, había que ejercerlo con honor y con sabiduría. Esa herencia clásica nos recuerda que gobernar no es improvisar ni dividir, sino liderar con visión, prudencia y firmeza.

En ese sentido, Juan Carlos Pinzón encarna esas cualidades: firme en la seguridad, prudente en el diálogo, visionario en lo económico y preparado para construir consensos. Pinzón podría ser el rostro de anteponer a Colombia, y ser capaz de derrotar al petrismo y devolverle a Colombia la seguridad, la confianza y la ejecución que tanto reclama.

La centroderecha y la derecha tienen hoy una oportunidad de oro —como ya ocurre en gran parte del continente— para desmontar la narrativa ineficiente de una izquierda que no muestra resultados. Soñar con un país liderado por Pinzón, acompañado de figuras como Luna, Peñalosa, Vargas Lleras, Lizarralde, Cárdenas, Córdoba, Cabal, Valencia, Guerra, Holguín o Dávila, no es una quimera. Es posible, siempre y cuando los egos, los intereses particulares y las mezquindades propias de la política no terminen frustrando lo que podría ser un verdadero proyecto de nación.

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