Alfredo Saade, el pastorcito oportunista del Gobierno Petro

Alfredo Saade, pastor y político oportunista, encarna la contradicción: poder, escándalos y ambición marcan su paso por la política colombiana

Por: Samuel Fierro García
septiembre 09, 2025
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
Alfredo Saade, el pastorcito oportunista del Gobierno Petro

Fue Borges quien alguna vez escribió que «la historia universal es la historia de las pasiones humanas», y en el caso de Alfredo Saade —quien además se jacta de presentarse como pastor— esas pasiones se tiñen de contradicción, oportunismo y escándalos. No se yergue bajo la clarividencia del apóstol, sino bajo la penumbra de la simulación; pues, es un hombre que transita entre partidos, dogmas y discursos con la misma facilidad con la que otros cambian de túnica.

No es gratuito el calificativo de oportunista. Saade fue candidato al Senado en 2014 por Cambio Radical y en 2019 buscó sin éxito el aval del Centro Democrático para la alcaldía de Valledupar, colectividad a la que hoy desprecia llamándola «nido de ratas». Poco después, se recicló como abanderado de la izquierda petrista, insinuando pretensiones presidenciales. No hay en esa metamorfosis un gesto de amplitud democrática, sino la expresión de lo que Ortega y Gasset llamaba «el hombre masa», aquel que carece de proyecto vital y se limita a flotar en las circunstancias.

Su salto al poder fue tan breve como estrepitoso. Durante los 52 días en que ocupó el cargo de jefe de despacho del presidente Petro, el pastor Saade emprendió la arriesgada empresa de rediseñar el contrato de pasaportes, cuyo valor superaba el billón de pesos. Firmó un acuerdo con Portugal y propuso que la Imprenta Nacional asumiera la expedición, en reemplazo de Thomas Greg & Sons, que históricamente había manejado el negocio. El anuncio fue presentado como una solución inmediata y patriótica, pero en realidad estaba condenado a la incertidumbre, porque su implementación requería al menos nueve meses y el convenio carecía de los soportes jurídicos y logísticos suficientes, en tanto que el país hoy no tiene certezas respecto al futuro de los pasaportes.

Así, la Procuraduría abrió investigación en su contra por presunta extralimitación en sus funciones al impartir órdenes directas a funcionarios de la Cancillería para «racionalizar» citas de pasaportes, y el pasado 19 de agosto fue suspendido por tres meses. El episodio, entonces, no reveló su eficiencia —como él lo presentó—, sino que habría delatado una injerencia indebida dentro de un proceso regulado; de ahí que su intervención en la Cancillería estaría ligada a un pretexto para sobrepasar límites institucionales establecidos a fin de proteger la legalidad y evitar abusos de poder.

No satisfecho con ese desvarío administrativo, Saade ha hecho de la reelección un mantra que repite como letanía en redes y medios de comunicación. «Repostulación ya!», escribió en su cuenta de X, como si la Constitución fuese un pergamino que puede borrarse con tiza. Además, ha dicho que «todos los días» le insiste a Petro en que debe gobernar por veinte años y hasta propuso un fast track legislativo que habilite la reelección y permita una «gran final» en 2026 contra Álvaro Uribe, en un duelo que, según él, sellaría la paz de Colombia y acabaría con la polarización. En realidad, esas palabras constituyen su estrategia para congraciarse con el presidente y, como aquellos que desviaban a los israelitas de la ley de Dios, sustituir la voluntad del pueblo por la devoción a un caudillo.

No obstante, el colmo del cinismo se evidenció tras el asesinato de Miguel Uribe Turbay. Lejos de la sobriedad que demanda un crimen de tal naturaleza, Saade comparó los riesgos de la política con «montar bicicleta», trivializando la tragedia y reduciéndola a un accidente doméstico. Las reacciones de repudio fueron inmediatas, porque ridiculizar la violencia política no solo es una afrenta a la memoria de la víctima, sino un insulto a la sociedad que aún sangra por décadas de asesinatos selectivos.

Y, sin embargo, como toda tragedia, Saade está de regreso. Ahora, pese a la suspensión de la Procuraduría, delirando con ser presidente, cerrar el Congreso y cambiar la Constitución; además, acusando a Armando Benedetti y a Laura Sarabia de su caída y declarando que «tenían secuestrado al presidente Petro». El victimismo se convirtió en su nueva estrategia para transformar sus errores en persecuciones y sus arbitrariedades en martirios. Pero, bien decía Nietzsche que «el resentimiento se convierte en moralidad para el débil», y Saade parece vivir de esa transmutación del fracaso en bandera.

En la lógica politiquera, como en la borgiana, no hay personajes unívocos. Saade reúne al oportunista que busca poder valiéndose de contratos; al mesiánico que propone reelección; al censor que ridiculiza la prensa; al cínico que relativiza el asesinato. Todo arropado en la vestimenta del pastor cristiano, pero sin el alma que ese título exige.

«Por sus frutos los conoceréis», dice Mateo 7:16. Y los frutos de Saade no son los del evangelio, sino los del poder desnudo: insensatez, vanidad, corrosión institucional, porque este pastor no es un accidente aislado ni una rareza anecdótica; es la encarnación misma de la podredumbre que corroe a la política colombiana, un tejido de espejismos y trampas donde cada salida conduce al mismo destino —el abuso, la ambición sin freno, la ruina de la democracia.

También le puede interesar:

Anuncios.

Anuncios.

0
Los comentarios son realizados por los usuarios del portal y no representan la opinión ni el pensamiento de Las2Orillas.CO
Lo invitamos a leer y a debatir de forma respetuosa.
-
comments powered by Disqus