Empiezo por el principio del final, pero así resulta las tres exposiciones que alberga la galería Casas Riegner en estos momentos. Carlos Rojas, una grande que nació un 18 de abril en 1933 en Facatativá y murió de repente en1997 en Bogotá es el final de una muestra.

Tal como lo dice el abogado en el libro de Antonio Tabucchi en La cabeza Perdida de Damasceno Monteiro: “Yo defiendo a los desgraciados porque soy como ellos, esa es la pura y simple verdad. De mi ilustre estirpe utilizo el patrimonio material que me han dejado, pero, como los desgraciados a los que he defendido, creo haber conocido las miserias de la vida, haberlas comprendido e incluso asumido, porque para comprender las miserias es necesario meter las manos en la mierda, perdóneme la palabra, y sobre todo ser consciente de ello.”
Eso hacía Carlos Rojas mientras pensaba en la situación colombiana de la pobreza. Construyó sus mundos color y geometría. Armó y pintó obras a las que les impuso todo su rigor intelectual y técnico.Con su inteligencia casi universal que captaba eventos que sucedían mientras estaba siempre lejos que las complicaciones de la vida diaria. El estaba centrado en el presente, en el pasado y en el futuro mientras entendía la problemática de las galaxias; así mismo estudiaba la versatilidad de una hoja; mientras observaba a la realidad con microscopio o de dedicaba a ser jardinero de Bonsáis dónde detenía el paso del tiempo. Carlos Rojas tenía esa elocuente capacidad de tener múltiples intereses donde a todo le otorgaba la importancia y que hizo que su obra fuera genial con con pocos argumentos. Le otorgó a su mundo real la eternidad de lo sagrado. A lo permanente fue fugaz, a la historia le quitó en peso de la linealidad. Pero Carlos Rojas en vez de ser pionero es un anexo seguramente del acervo galería.

La exposición principal de la galería Casas Riegner mira la rustica realidad colombiana. Alex Rodríguez y el grupo Pai que se acercan a un mansa y cruda religad desde el principio que a toda costa ha sido amenazado por la historia del arte de América Latina. Y que deja una precédete inolvidable para el arte moderno
Todo comienza siendo una mirada realista a la Colombia olvidada de Cauca donde la pobreza del campesino representa la pobreza indemne con pobreza. Cuadernos sin alma de dibujos sin principio ni fin colocados en instalaciones de carretas campesinas. El título es una aseveración peligrosa donde creen que en tiene una explicación del Ser del dibujo PAI es preocupante. Los dibujos no superan la humildad de sus protagonistas y, lo mas conmovedor, es que en los cuadernos presentan de manera intermitentemente, bocetos tristes y anotaciones sobre los trabajadores condenados a la miseria en nuestra realidad sin remedio y en conflicto permanente. Todo sin tener un lenguaje articulado. Todos son apuntes sin remedio.

Otra exposición en la misma galería tiene el título de “Gesto insistente” Luz Lizarazo, como siempre se destaca de una particular técnica. Ella busca el gesto del dibujo con pestañas o con trenzas de pelo, una muy particular hazaña estética.
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