Así es Murillo, el pueblo más bonito del Tolima que vive a la sombra del Nevado del Ruiz

Esta joya escondida del Tolima queda a unas 6 horas de Bogotá, allí se llega dejando atrás los municipios de Mosquera, Albán, Cambao, Armero y otros más

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agosto 19, 2025
Así es Murillo, el pueblo más bonito del Tolima que vive a la sombra del Nevado del Ruiz

La primera vez que se pisa Murillo, uno siente que ha entrado a un cuadro pintado con una paleta de grises, verdes y azules que no se ve en ninguna parte del país. Es un pueblo que se levanta a casi 3000 metros sobre el nivel del mar, y su vida, su historia y su alma están ligadas al coloso de roca y hielo que lo domina todo: el Nevado del Ruiz. Este no es un lugar que se entregue fácil, sino que se gana a pulso, subiendo por una carretera de curvas que parecen interminables, serpenteando por la montaña hasta que de repente, en un recodo, aparece la postal.

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Y no es una postal cualquiera. Es un amasijo de casas de madera y techos de zinc, apretujadas en una pendiente, como si se abrazaran para protegerse del frío que cala los huesos. La arquitectura de "tabla parada", con sus fachadas de colores pastel y sus balcones de flores que desafían el clima, le da un aire de pueblo de cuento. El parque principal, con sus árboles podados con la precisión de un artesano, es el corazón del lugar, el punto de encuentro donde las conversaciones se construyen y se calienta el alma con un tinto.

Pero Murillo es más que una cara bonita. Es un portal a un mundo salvaje, un lugar donde el páramo se revela en su máxima expresión. A unos pocos kilómetros, el paisaje cambia por completo, y los frailejones, esos guerreros silenciosos que guardan el agua de los Andes, se levantan como un ejército de gigantes. Es el Cañón del Río Lagunilla, una herida majestuosa en la tierra que nos recuerda la fuerza de la naturaleza. Y más allá, el Nevado del Ruiz, impávido, testigo de la historia y señor de la tierra.

Los murillenses, gente de palabra escasa y mirada profunda, saben que viven en un paraíso frágil. La colonización antioqueña trajo la arquitectura de madera y la tenacidad para trabajar la tierra. Los boyacenses, en su momento, llegaron con la sabiduría de la papa, ese tesoro subterráneo que sostiene la economía local. Y hoy, la mezcla de esas culturas ha dado a luz a una comunidad que vive de la ganadería, la agricultura y, cada vez más, del turismo responsable. Es un pueblo que entendió que su mayor riqueza no son sus cultivos, sino la belleza que lo rodea.

Murillo es un lugar para el alma, para los que buscan el silencio que solo rompe el viento y el canto de las aves, para los que quieren perderse en un paisaje que te hace sentir pequeño y, al mismo tiempo, parte de algo mucho más grande. La "Perla del Norte del Tolima" no es un apodo, es un reflejo de lo que este pueblo es: un tesoro escondido que brilla con la luz de sus montañas y la calidez de su gente. Es un pueblo que está a 6 horas de Bogotá, saliendo por Mosquera y pasando por Albán, Cambao, Armero, Líbano y otros pueblos más. Dicen que el que se atreve a subir a Murillo ve que la belleza de este pueblo se mete en la sangre y se queda con el visitante para siempre.

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