Una procesión se desplazó entre los corregimientos El tres y San Pedro de los Mulatos de Turbo, en pleno Urabá, para despedir a Robert Vargas, alias Gavilán, abatido por el ejército la semana pasada. El entierro fue una verdadera fiesta en donde se escucharon corridos prohibidos, rodaron los tragos de aguardiente y Gavilán se fue al otro mundo en uno de sus probables deseos: revestido en un ataúd de oro
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