Allá va el oficinista promedio, cansado de su mediocridad, a dejarse meter un ladrillo de Umberto Eco solo porque la portada tiene una ilustración bonita
Izquierdosas o economistas del Grupo Santo Domingo, caen de rodillas ante la posibilidad que un europeo las invite a probar un raspado caleño, o a un karaoke en la Jiménez