El gobierno Trump asegura que Nicolás Maduro tiene una fortuna incalculable por cuenta de ser el líder del Cartel de los soles que en llave de narcotraficantes venezolanos han introducido toneladas de cocaína en su país. Por esto ofrecen una recompensa de USD 50 millones para quien lo entregue vivo o muerto, al tiempo que ha empezado a actuar con sus herramientas judiciales como la incautación de bienes fuera de Venezuela. El inventario de propiedades en tierra norteamericana era cuantioso y ya recibió un primer golpe.
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Le ubicaron una mansión en República Dominicana, casas lujosas en Florida, nueve automóviles de alta gama, joyas, efectivo, yates y dos costosos aviones. Los bienes tras señalarlos como de propiedad de Maduro ya están en poder de la Fiscalía norteamericana. Para el gobierno Trump, Nicolas Maduro es el jefe de una organización criminal que han bautizado como el “Cartel de los Soles”—.
La operación que llevó a la incautación de esos 700 millones de dólares en bienes no fue ni un golpe aislado ni uno de suerte, fue una estrategia internacional que involucró fiscales, agentes y gobiernos aliados. La Fiscal general de EE.UU., Pamela Bondi, lo anunció con la precisión de quien lee un veredicto: los bienes quedaban bajo control de Washington como consecuencia de violaciones a las sanciones vigentes.
Dos aviones, casas y más
En esa lista de incautaciones, hay dos piezas que se roban el protagonismo: un Dassault Falcon 200 y un Dassault Falcon 900EX, ambos aviones ejecutivos de lujo y ambos también con historias que parecen escritas en clave de thriller financiero.
El Falcon 200, con matrícula YV-3360, vale unos 10 millones de dólares. Este lujoso jet llevaba meses estacionado en un hangar del Aeropuerto Internacional Joaquín Balaguer, en Santo Domingo Norte, en República Dominicana. Este avión lo había utilizado Petróleos de Venezuela S.A. (PdVSA) y, según los investigadores, fue comprado en Estados Unidos en 2017, reparado con piezas estadounidenses y decorado con interiores de lujo sin la autorización legal correspondiente. El otro jet, el Falcon 900EX, fue comprado por 13 millones de dólares a través de una empresa fantasma en el Caribe y confiscado en 2024.
Ambas aeronaves terminaron en manos norteamericanas después de procesos judiciales en República Dominicana. En uno de los operativos, incluso, participó el secretario de Estado Marco Rubio, quien viajó para presenciar la revisión del Falcon 200, como si quisiera dejar claro que aquello no era solo un decomiso, sino un acto político contra el hombre que quieren atrapar, según ellos por narco y se dio antes del anuncio de la recompensa de USD 50 millones.

Pero en la lista también hay una mansión en República Dominicana, establos de caballos de sangre fina, yates mega costosos, además varias casas en La Florida. Las autoridades de Estados Unidos sostienen que, durante más de una década, Maduro ha dirigido el Cartel de los Soles, una red de militares, funcionarios y empresarios que ha traficado cocaína hacia Estados Unidos. El nombre de la organización proviene de las insignias doradas que llevan en los hombros los generales venezolanos: soles.
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Este julio de 2025 Washington designó a este cartel como “terroristas globales”. La acusación formal incluye cargos de conspiración de narcoterrorismo, importación de cocaína y uso de armas automáticas en delitos relacionados con drogas. Según Estados Unidos, lo que tienen contra Maduro y el cartel, no son solo palabras: Hay expedientes judiciales, interceptaciones, testimonios de informantes que describen rutas aéreas clandestinas, barcos que zarpan en la madrugada y depósitos disfrazados de almacenes de alimentos.
Para los norteamericanos, Maduro no es únicamente un gobernante autoritario que prolongó su permanencia en el poder tras unas elecciones cuestionadas en 2024; es también el jefe de una empresa criminal transnacional con capacidad de mover cientos de toneladas de cocaína.
Mientras Estados Unidos busca bloquearlo y quitarle lo que más pueda, Nicolás Maduro sigue tranquilo en el Palacio de Miraflores, en Caracas, rodeado de la cúpula militar que lo sostiene y lo protege. Las sanciones buscan aislarlo, pero el mapa de sus aliados —Rusia, Irán, China— le permite sortear algunas restricciones. Y en Venezuela, el discurso oficial niega toda acusación, han dicho que los bienes incautados no les pertenecen y “son inventos de los gringos”, describen estas incautaciones como parte de una “guerra económica” contra la Revolución Bolivariana, por eso hasta el momento los 700 millones de dólares incautados terminan siendo un millonario botín que no tiene dueño.
Sean de quienes sean los bienes ya son de propiedad del gobierno norteamericana y las posibilidades de Maduro de moverse fuera del territorio venezolano son nulas por el peso que carga y el temor de que termine corriendo la misma suerte del dictador panameño Manuel Antonio Noriega con la Operación Causa Justa que lo sacó de su propio país para detenerlo, crece. Noriega pasó los últimos 17 años de su vida en una cárcel federal de Miami, condenado por tráfico de drogas, lavado de dinero y vínculos con el crimen organizado.
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