Otra vez la historia de muertos se repite, esta vez en carreteras del Quindío, con la muerte de 10 estudiantes. Recordemos el también muy doloroso accidente de un bus de turismo el 5 de octubre de 2024, en el que murieron 5 estudiantes de veterinaria y que causa tanto dolor a las familias y las personas en general, pues casi todos tenemos hijos(as), nietos(as) o hermanos(as) y, por lo tanto, nos afecta a todos, no es un accidente nuevo. Cuántas veces en el pasado nos enteramos de accidentes similares en las carreteras Colombianas; hay mucho dolor y pena, “investigaciones exhaustivas” y finalmente no pasa nada, las autoridades no toman medidas efectivas para que estos accidentes no vuelvan a ocurrir o que se reduzcan al mínimo.
Las causas son muy simples; las entidades educativas u otras instituciones programan salidas de Bogotá por diversos motivos y ahí viene el problema, porque por comodidad o economía contratan con empresas de turismo que la mayoría de las veces, no tienen ni los buses, ni los conductores adecuados para transitar en las carreteras. No contratan con empresas que son expertas en el manejo en carretera, que a diario transitan y conocen muy bien los sitios riesgosos y además sus conductores tienen mucha experiencia. No significa que estos no puedan también tener accidentes, pero el riesgo es muchísimo menor. Esta vez parece que el transporte fue en un bus intermunicipal, cuyas condiciones técnicas probablemente no eran las mejores.
Entonces, el Ministerio de Transporte está en mora de reglamentar el uso del transporte para las salidas en carretera, de las instituciones educativas u otras que lo requieran y que implique llevar un número considerable de personas. Bueno, al estilo colombiano, ¿cuántas más personas tienen que morir para que finalmente se tomen medidas efectivas, que lo puedan evitar o al menos minimizar los riesgos?
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