Una imagen vale más que mil palabras. La felicidad de Mateo Gutiérrez, quien estuvo 20 meses encerrado en La Picota tras ser señalado de ser el autor de la bomba al Andino, no tiene comparación. Y es la mejor cachetada que se le puede dar a la Fiscalía, una entidad que pareciera no estar ahí para investigar y hacer justicia sino para perseguir a quien piensa diferente. No es un terrorista, término bastante manoseado por los más asesinos en Colombia, es un hombre que hace justicia:

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