La humanidad siempre ha soñado con detener el reloj biológico. Desde los alquimistas que buscaban la fuente de la juventud hasta las más modernas investigaciones genéticas, el anhelo de extender la vida ha acompañado todas las épocas. Hoy, ese sueño parece más cercano que nunca gracias a los avances con células madre y a un elemento microscópico que guarda el secreto de la longevidad: los telómeros.
Los telómeros son pequeños segmentos que protegen el final de los cromosomas. Se acortan con cada división celular y marcan, como un reloj interno, cuánto tiempo le queda de vida útil a cada célula. Cuando se desgastan demasiado, aparecen enfermedades, el cuerpo pierde vitalidad y el envejecimiento se hace evidente. La ciencia hoy explora cómo las células madre podrían reparar y alargar esos telómeros, retrasando no solo las arrugas visibles, sino también el deterioro interno que acompaña la edad.
En países como España, Tailandia y México ya se ofrecen tratamientos que prometen mejorar movilidad, reforzar el sistema inmune, estimular la regeneración neuronal e incluso impactar la vida sexual. Una promesa ambiciosa que, aunque aún genera debate, capta la atención de miles de pacientes en el mundo.
En Colombia, este camino tiene rostro propio. El ortopedista y PHD en células madre Carlos Guerrero Silva ha dedicado su carrera a investigar cómo estas terapias pueden aplicarse contra el envejecimiento prematuro. Sus tratamientos, que en otros países alcanzan los 25 mil dólares, se ofrecen aquí por una fracción del precio y han logrado atraer pacientes que buscan medir no solo su edad cronológica, sino su “edad biológica”.
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