Un glaciar es una gran masa de hielo, que se acumula y se desplaza lentamente por la Tierra. Estos grandes bloques de hielo se forman a través de un proceso que comienza con la acumulación de nieve en áreas donde las nevadas se presentan con mayor frecuencia y las temperaturas permanecen bajo cero. A lo largo del tiempo, esa nieve se compacta bajo su propio peso, se transforma en hielo glacial y esto ocurre mientras los cristales se reorganizan y crecen.
Este hielo, al alcanzar una suficiente masa, comienza a moverse lentamente por gravedad, erosionando el terreno subyacente que se termina por convertir en un lecho de rocas. Este proceso de acumulación, compresión y desplazamiento es fundamental en la formación dinámica de los glaciares.
Pero en los últimos años, estas grandes masas de hielo han comenzado a desaparecer a causa del calentamiento global. De hecho, datos del Ministerio de Ambiente, demuestran que Colombia no es ajena a esta problemática, pues desde finales del siglo XIX, se ha perdido un 90% de la cobertura glaciar, quedando solo 33 km² que se encuentran distribuidos en seis nevados.
Además, “Solo entre 2021 y 2022, el retroceso fue del 3,2%, equivalente a 156 canchas de fútbol”, señala Minambiente. David Tovar, geólogo y profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de La Sabana destaca que de continuar esta realidad, el planeta, continuará sintiéndose más cálido que nunca, pues los glaciares cumplen con varios roles. “Regulan el clima. Reflejan la luz solar porque son como espejos.
Entonces, entre mayor sea el albedo, (el albedo hace referencia a la capacidad reflectiva de un cuerpo opaco), mayor cantidad de radiación reflejan al espacio. Eso significa que entre mayor cantidad de superficie tengamos cubierta de glaciares, mayor regulación del calentamiento global. Además, tienen un impacto muy fuerte en el nivel del mar porque a medida que se van derritiendo se contribuye al aumento del nivel de los océanos y esto puede afectar zonas costeras y ecosistemas marinos. En términos de hábitat, proveen lugares únicos para diversas especies adaptadas a condiciones frías”, explica.
En este sentido, el experto señala la necesidad de avanzar rápidamente en políticas y acciones que pongan freno a esta situación, que no solo supone la pérdida de biodiversidad, sino que a la vez puede afectar a los seres humanos, poniendo en cuestión la seguridad hídrica. “Los glaciares sirven como reservorios de agua dulce porque almacenan grandes cantidades de agua potable.
Por eso, para protegerlos es necesario reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a través del mejoramiento de la eficiencia energética en hogares, en empresas, en fábricas utilizando electrodomésticos más eficientes, plantando árboles y restaurando ecosistemas naturales que contribuyan a la absorción de CO₂ para regular la temperatura global de la Tierra.
También hay que participar en defensa de políticas públicas que promuevan la sostenibilidad y protección del medio ambiente, cosa que va de la mano con lo que, por ejemplo, desde la facultad de educación en la universidad trabajamos, que es educar sobre el cambio climático y sus efectos. Finalmente, algo importantísimo es el apoyo y la investigación de este tipo de cuerpos geológicos con el fin de conocer más y encontrar soluciones efectivas para la mitigación del cambio climático”.
Actualmente, estas zonas en Colombia, se encuentran bajo el amparo del Ministerio de Ambiente y Parques Nacionales, sin embargo, fenómenos como El Niño han acelerado su derretimiento. El glaciar Conejeras, en el Nevado Santa Isabel, desapareció en 2024 y desde el año 2021 hasta el 2022, la reducción ha sido del 3.2%.
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