Opinión

Del dominio de la naturaleza a la justicia ambiental

Aprendimos que los humanos somos parte y no centro de la naturaleza. . Este mes, la ciencia y el activismo ambiental han obtenido dos grandes éxitos en las Cortes

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julio 26, 2025
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No sé a ustedes, pero a mí me enseñaron que Dios había creado al hombre, y de paso a la mujer, desde una costilla, y le había autorizado a dominar la naturaleza. Leyendo el Génesis (1:26), en unas versiones se habla que el hombre tuvo “autoridad” y en otras, derechos de “señorear” sobre peces, aves y bestias en toda la tierra. Cuando niños nos tomamos eso en serio. Yo no salía de casa sin dos caucheras para matar pajaritos que luego disfrutaba desplumando y cocinando sus carnes duras y magras. Mi papá llevaba escopeta de fisto o retrocarga para cazar borugas y armadillos, todo para horror de mi hija, hoy, cuando le cuento nuestras historias de colonos en la Amazonia.

Luego Whitman Rostow (1916-2003), el gran economista gringo, me enseñó las etapas del desarrollo inexorable de la humanidad, hasta alcanzar el más alto nivel de bienestar y de consumo, siempre que se evitara el comunismo. El crecimiento no tiene límites pues siempre habrá innovaciones tecnológicas que, si opera el libre mercado, logran aprovechar de forma ilimitada los recursos naturales.

Un poco antes Vladimir Lenin (1870-1924) nos había enseñado que Comunismo es dictadura del proletariado más energía eléctrica, es decir, poder de campesinos y obreros mas energía y tecnología para dominar la naturaleza y lograr el bienestar general. Poco se ocupó de los límites al crecimiento. O muy poco.

Estábamos en esas cuando aparece la Declaración de la ONU en Estocolmo sobre el Medio Humano (1972) y comienza el ruido, más allá de la academia, sobre la necesidad de preservar el medio ambiente para las próximas generaciones y que la producción y el consumo deben ser sostenibles. Para entonces yo había dejado de usar mi cauchera, pero el extractivismo apenas se disparaba en todo el mundo.

Todo cambia.

Ahora tenemos el ecologismo campante y el negacionismo triunfante. En esas estamos. Nos damos en la geta los seguidores de la economía ecológica, como el suscrito, y los de la economía ambiental, como el FMI, pero no los aburro con ese tema.

El papa Francisco, en Laudato Si, aclara que “el dominio del hombre sobre la tierra no es un permiso para destruirla, sino una responsabilidad para protegerla” y propone la ecología integral, en especial para mantener la Amazonia viva. Por fortuna a ese relato se han sumado otras religiones y creencias. Los pueblos animistas, indígenas de las Américas, de Asia y de África, ya practicaban esas creencias desde hace miles de años. Francisco se atreve a reconocerlo, parcialmente, pero cuando yo estudiaba en La Salle, en Florencia, eso era hechicería.

Aparición casi simultánea de dos pronunciamientos jurídicos supranacionales que se convierten en hitos a favor de la vida y del desarrollo humano sostenible

Lo que vale destacar, en este julio de 2025 que se antoja tumultuoso (no hablo de la sentencia a Uribe), es la aparición casi simultánea de dos pronunciamientos jurídicos supranacionales que se convierten en hitos a favor de la vida y del desarrollo humano sostenible:

Primero fue el pronunciamiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, mediante la Opinión Consultiva OC-32/2025 (https://corteidh.or.cr/tablas/OC-32-2025/) que establece un nuevo acervo normativo mandatario a tener en consideración en adelante, tanto por parte de los Estados, los inversionistas (empresas), como los defensores del medio ambiente, para resolver los conflictos ambientales, pero también para definir políticas públicas, planes de desarrollo y normas de control. Este pronunciamiento, aunque pone como ejemplos analíticos los efectos del cambio climático sobre la Amazonia y el Caribe, es un muy documentado análisis general sobre las amenazas antrópicas a la naturaleza que ponen en riesgo los derechos humanos.

En el mismo sentido se pronunció la semana que culmina el Tribunal Internacional de Justicia de la ONU. El TIJ respondió por unanimidad, luego de 6 años de trabas y debates, estas dos preguntas fundamentales: ¿qué obligaciones tienen los Estados miembros de Naciones Unidas, de acuerdo con el derecho internacional, de proteger a otros Estados miembros y a las generaciones futuras contra el cambio de clima? Y esta otra. ¿Cuáles son las consecuencias jurídicas si estos Estados miembros siguen emitiendo CO₂ y no adoptan medidas suficientes para reducir los gases de efecto invernadero?

En esencia los pronunciamientos de las dos Cortes establecen que la justicia ambiental y la protección de todas las formas de vida, es garantía indispensable para que los derechos humanos, de las presentes y futuras generaciones, tengan vigencia. Nada más. Nada menos. Ya sé que algunas de esas sentencias no son vinculantes y solo abren puertas, y que del derecho al hecho hay gran distancia, pero el camino está mejor servido, gracias a la vida.

PD: Con seguridad, la masacre de palestinos en Gaza hará que la humanidad desprecie a Netanyahu igual que a Hitler. Los israelitas sobrevivirán, como los alemanes, cuando también exorcicen su fascismo.

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