A los seres humanos nos define, entre otras, que estamos en capacidad de poner, sobre los instintos y el ánimo egoísta y utilitarista, los valores en los que creemos. Uno de esos valores es la convicción de que los seres humanos somos iguales sin diferenciar el sitio en que nacimos. Otro es la solidaridad para con quienes necesitan de apoyo. Y uno mas, que la persecución criminal en contra de personas por sus convicciones políticas está mal, donde sea que ocurra.
La manera de materializar esa fé es el asilo político. La figura implica un derecho de toda la humanidad a pedir refugio en cualquier nación, cuando sea perseguido políticamente.
Pero, de un modo grotesco, ahora varios países dan la espalada esa institución y lo hacen de un modo bien feo.
Siguiendo la tendencia iniciada por los Estados Unidos de América, donde se ofrece dinero a quienes voluntariamente se autodeporten, en el Reino Unido se discute un nuevo proyecto de ley que haría aún mas inhumana la Ley Ruanda.
En la Ley Ruanda se prevé que el Gobierno, no los jueces, pueden mandar a una persona que ha llegado invocando asilo a las islas del Reino Unido a Ruanda. Y que, sin importar que hubiera sido la decisión del perseguido ir a esa nación, el trámite se hará en Ruanda y que, si precisaba de la protección será esa Nación la que se la otorgará. Para hacer más crudo el acuerdo a que llegaron esos dos países, Ruanda hace eso a cambio de plata y los británicos la pagarán para que no les lleguen migrantes.
Todo es horrible:
Mezclar, como se está haciendo, la política migratoria con los casos de asilo implica desconocer la naturaleza misma de esa institución de derecho internacional y que, más allá de las obligaciones que todos los países tienen en el concierto de países, se trataba de una prerrogativa que protege la libertad de opinión, la democracia frente a las persecuciones políticas, la existencia de oposición libre, entre otras.
Afecta la igualdad de los seres humanos. Con este mensaje se discrimina a los perseguidos políticos. Unos, los que vienen de países ricos o sean parte de grupos que políticamente estén alineados con el país de destino, pueden tener su protección, mientras que los que provengan de naciones pobres o no poderosas o no estén siendo acosados por enemigos políticos del partido de gobierno en el país de destino, esos no merecen protección plena.
Pone el metal por encima de los valores. Sea por miedo o por utilidad, pactar sobre un derecho humano no está bien. En este tema, en algunos casos, los países han sido presionados por las potencias para aceptar los refugiados migrantes. En el caso de Ruanda, se les compró su generosidad, con dinero. Las noticias hablan de US$150 millones de dólares. Con esta variable, para peor, se hace evidente que el país de destino, para no asumir su deber con todos los seres humanos, sin importar de donde vengan, está dispuesto a pagar. Y que, Ruanda, para solventar algunas de las muchas condiciones que la aquejan, se ve obligada a aceptar el negocio.
Estamos a tiempo. En materia de derechos humanos no puede haber quienes merecen la plena protección y otros para los que sólo haya un pañito que le premia a los países ricos no llorar de vergüenza. Colombia ha sido un ejemplo de lo que se debe hacer, en el campo de recibir migrantes y en lo que hace a respetar el derecho de refugio político. Por favor, que esa siga siendo nuestra convicción y llevemos a todas las instancias posibles nuestra creencia.
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