El desgaste de la coalición: cómo Petro pasó de la gobernabilidad a la ingobernabilidad

El gobierno Petro enfrenta una crisis sin precedentes: fractura institucional, pérdida de gobernabilidad y reformas sin consensos ponen en jaque la democracia

Por: JESÚS ANDRADE MORA
julio 04, 2025
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
El desgaste de la coalición: cómo Petro pasó de la gobernabilidad a la ingobernabilidad

Reflexión ahora sí, pero sobre la búsqueda de la “Unidad Nacional” que permita recuperar el tejido social erosionado por la polarización casi que crónica, agravada, por la llegada del Dr. Gustavo Petro Urrego a la casa de Nariño.

Sin duda, el proceso de transición presidencial se cumplió a cabalidad en el país, lo que desnuda y reitera la vocación democrática de la sociedad colombiana y su fortaleza para aceptar la voluntad popular en medio de las diferencias ideológicas. En este sentido, y con un mensaje de demócrata convencido, fue el mismo presidente Petro quien el siete de agosto al posesionar a buena parte de sus ministros les advirtió “si no hacemos las cosas bien, nos tumban”.

Esta advertencia del presidente presagiaba un buen comienzo de su administración en un escenario que en principio sugería un punto de quiebre del sistema político como en épocas de turbulencias como el Bogotazo y la irregular estadía del General Rojas Pinilla en el Palacio de San Carlos, superadas a través de un mecanismo político como el frente nacional que apaciguó las aguas de las diferencias ideológicas que interrumpieron el curso democrático de la Nación Colombiana.

Sin embargo, seis meses después de su posesión y embriagado por el poder presidencial, al inhalar el oxígeno democrático que permitió su ascenso, lo exhala abruptamente pretendiendo con medidas que desconocen la realidad internacional y nacional propiciar “supuestos cambios”, que en lugar de convertir a Colombia en una “potencia mundial de la vida”, sus efectos inmediatos no son otros que, aislar al país del concierto internacional, la desconfianza de la inversión extranjera, la iniciativa privada y la preocupación de los organismos multilaterales que en su conjunto participan bien o mal en el desarrollo de estos países tercermundistas. Todo esto, precedido de una reforma tributaria express que se le aprobó a inicios de su mandato gracias a una coalición que presagiaba gobernabilidad como regla democrática.

A propósito de sus propuestas, existe un amplio consenso entre expertos sobre el carácter regresivo de las reformas presentadas como la de salud y la laboral, porque de una parte, implica bajo el escenario de la estatización de la salud volver a recorrer un trayecto ya superado con las empresas promotoras de salud que le ha permitido de manera progresiva a más del  noventa por ciento de la población colombiana contar con la atención y acceso a la salud, así como, al reconocimiento internacional del sistema, y de otra parte, contribuir al aumento del desempleo con medidas laborales como el pago indiscriminado del ciento por ciento de las horas extras y recargos nocturnos que asfixian a las Mipymes que proporcionan el noventa por ciento del empleo en Colombia, sumado a la carga parafiscal, que como efecto inmediato desestimulan a las empresas y la fuerza laboral del país.

Distractores políticos y misóginos de la democracia

La ruptura de la coalición de gobierno a cambio de una política del voto individual de cada uno de los congresistas para hacer mayorías en los debates, sumado a su nefasta política energética y medioambiental, a una propuesta de “paz total”  dispersa y sin norte, a un trato ultrajante y tóxico para con la oposición y quienes invierten, arriesgan y dan trabajo en el país como el empresariado, el  desconocimiento del principio de separación de poderes, al desconocimiento de  la constitución y las decisiones judiciales, así como, a los altos niveles de corrupción en este gobierno entre otros,  ha conducido a un escenario de ingobernabilidad donde se encuentra atrapado el presidente y su Gobierno.

Como salida de ese laberinto, el señor presidente para justificar ante los ciudadanos su falta de gestión, de manera equivocada pretende recuperar gobernabilidad incorporando a su gobierno distractores políticos y misóginos de la democracia como Benedetti y Montealegre, cuya lógica no es otra que satisfacer sus “vanidades burocráticas”, sugiriendo como plan B convocar de manera irregular a una asamblea “popular” constituyente.

El capitán del barco rumbo al témpano

La coyuntura actual, lo que evidencia no es otra cosa que el Estado Colombiano se encuentra a la deriva y el capitán del barco como en el Titanic va en línea recta al témpano de hielo producto de la terquedad edificada sobre la trivialidad de lucha de clases que se ha constituido el eje del discurso y diatribas del presidente Petro con menos cabo al Estado de derecho.

A propósito de esa ruptura institucional, al decir de algunos científicos de la política es que "lo que justifica la democracia no es la voluntad mayoritaria, sino la manera en que dicha voluntad se construye, reconociendo los procedimientos democráticos de tal manera que se protejan las precondiciones que le dan fuerza moral a la misma democracia".

En este contexto, las precondiciones no son otras que el respeto a las reglas constitucionales y legales de cualquier sociedad civilizada; las mismas que avalaron la transición política en Colombia el 7 de agosto del 2022 y que le dio legitimidad a su elección como fundamento de nuestro sistema político.

Carecen entonces de fundamento señor presidente los argumentos a usted sugeridos por el señor Eduardo Montealegre Lynett para promover una asamblea constituyente con menos cabo a los procedimientos establecidos en la constitución y la ley. Pues, tanto los fallidos llamados a consulta popular como a una eventual constituyente por fuera del orden jurídico existente no pueden justificarse sobre la base de criterios de acierto, sino, de legalidad.

La condición de candidato del que aún no se ha despojado el señor presidente sumado a la perdida de gobernabilidad y al caos institucional premeditado, pueden conducir a una especie de desobediencia civil con profundas consecuencias que afectan la legitimidad de su gobierno. Ese no puede ser un legado de su gestión ni una vergüenza para la historia del país.

La convivencia pacífica

Las actuales circunstancias exigen que todos los sectores de la sociedad colombiana emprendan acciones que recuperen la convivencia pacífica necesaria para la estabilidad del país.

¿Cómo lograrlo?, sin ignorar que no se trata de diálogo entre sordos y que en la discusión de fondo subyace el modelo económico neoliberal vigente en Colombia que después de treinta años debe revisarse considerando sus efectos en la brecha social, resulta urgente propiciar acercamientos y escenarios idóneos que permitan sacar a incautos del medio de extremos radicales que pregonan “libertad sin oportunidades” o “asistencialismo sin libertad”.

Señor presidente Petro, usted simboliza la unidad nacional para garantizar los derechos y libertades de los colombianos, en este sentido, asuma el liderazgo con respeto a la constitución. Sus provocaciones producto de sus desaciertos incendian el país sin ganadores a la vista. No desaproveche el llamado de la iglesia a través del cardenal Luis José Rueda, puede ser una buena excusa para devolverle el rumbo democrático a la nación.

También le puede interesar:

Anuncios.

Anuncios.

0
Los comentarios son realizados por los usuarios del portal y no representan la opinión ni el pensamiento de Las2Orillas.CO
Lo invitamos a leer y a debatir de forma respetuosa.
-
comments powered by Disqus