Caquetá no olvida. Aunque ya han pasado más de 18 meses desde que Arnulfo Gasca dejó la Gobernación del departamento, su sombra sigue presente. No por sus logros, sino por el deterioro institucional, las obras inconclusas, los escándalos y una herencia de abandono que aún pesa sobre miles de caqueteños.
Gasca llegó al poder con un discurso que sedujo a muchos: “el gobernador del campo”. Prometió trabajar por los campesinos, fortalecer el desarrollo rural, mejorar las vías terciarias y llevar oportunidades a las zonas más olvidadas. Pero los hechos demostraron otra cosa: fue precisamente ese campo el que más sufrió durante su mandato.
¿Cómo llegó al poder? ¿Dinero? ¿Poder? ¿Silencios? El camino de Arnulfo Gasca hacia la Gobernación no fue precisamente una hazaña política basada en preparación o gestión pública. Sus estudios son escasos, y su experiencia en administración, aún más cuestionable. Pero lo que sí tenía era dinero, influencia y ruidos: desde narco-corridos como El Patrón de Patrones hasta supuestas vinculaciones con el narcotráfico, aunque hasta ahora no se le ha probado nada.
A través de campañas costosas y alianzas de conveniencia, logró lo que parecía imposible: ganar una elección y sentarse en el cargo más importante del departamento. ¿Y qué hizo con ese poder? Gasca dejó una lista interminable de promesas rotas y obras inconclusas. Entre las más recordadas están:
• La doble calzada al sur de Florencia, que en lugar de facilitar la movilidad, generó más caos y afectaciones a los comerciantes y habitantes. Su afán por mostrar “avances” provocó más daños que beneficios.
• El laboratorio de salud pública, entregado apresuradamente, hoy está en cese técnico, sin operar. Otra obra más que no cumple con su función.
• La contratación por medio de fondos mixtos, que desangró las estampillas y afectó gravemente, a sectores clave como el deporte, los programas para adultos mayores y las universidades. Los recursos se esfumaron, mientras los beneficiarios siguen esperando.
A pesar de autodenominarse “el gobernador del campo”, Gasca no construyó ni una estrategia sería para mejorar las condiciones de las zonas rurales. Las vías terciarias están en peor estado, los campesinos no pueden sacar sus productos, y las ayudas nunca llegaron. Solo discursos vacíos y promesas que se perdieron en el aire.
El hombre que aún se cree gobernador. A pesar de haber terminado su periodo, Arnulfo Gasca sigue actuando como si tuviera poder. Se pasea por eventos, emite opiniones públicas como si aún tomara decisiones, y no ha entendido que su tiempo terminó... o que tal vez nunca comenzó de verdad.
Su administración no fue recordada por su gestión, sino por los escándalos: obras con graves fallas de supervisión técnica, como el proyecto del puente El Guamal, y detrimentos millonarios como el del acueducto de El Doncello. Todo esto acompañado de una sanción e inhabilidad por parte de los entes de control. Caquetá ya no quiere más de lo mismo. Caquetá merece más. Merece líderes formados, honestos, comprometidos con el desarrollo, y no con sus intereses personales.
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