Esta nota revela una relación poco conocida entre el director de cine fallecido hace unos días y nuestro país a través de un especial proyecto.
El extraño vocablo “Garmonbozia” hace parte de uno de las películas, (que primero fuera serie) reconocidas de David Lynch. Se traduce como “dolor y pena”. Así se nombra un estado angustiante para la existencia en una especie de lenguaje de pesadilla. Recientemente fallecido, este director deja en sus obras un lenguaje que remite a terrores primigenios, de naturaleza inconsciente, que afloran a mitad de una tarde soleada como en la escena de Mullholland Drive, donde un personaje narra a otro un mal sueño donde se le pone delante un ser monstruoso. Salen de una cafetería a plena luz del día, aquel presiente, carcomido de horror, que su oscuro y recurrente sueño se podría materializar. De la nada se aparece entonces la mole espantosa para paralizarlo de miedo.
Quizás sea esta narrativa sobre los estados que fluyen en el subterráneo de la consciencia, afines al famoso grabado de Goya que tiene por título “El sueño de la razón produce monstruos”, lo que haya aproximado a David Lynch en el año de 1975 a la meditación trascendental. En las prácticas gimnosofistas de Oriente encontró respuestas para dirigir su mente a un estado de claridad.
En 2005 David Lynch inició una fundación para llevar la práctica de la Meditación a países de todo lugar. También llegaron a países de América Latina como Colombia, Perú, Bolivia, México y Ecuador. Su objetivo ha sido enseñar los principios de esta milenaria práctica a niños y jóvenes en escuelas para permitirles además explorar su creatividad. Se puede observar este trabajo en la página web: https://www.davidlynchfoundation.org/
En su filmografía Lynch entregó una creatividad desbordada, perturbadora y fascinante, que le otorga un espacio de privilegio dentro del llamado ‘cine de autor’. La extraña expresión, “Garmonbozia” puede ser así la descripción de muchas infancias de los países latinoamericanos que viven el abandono, el abuso y la pobreza. Para ello aportó esta fundación. Al cinéfilo le entregó la narrativa de su singular universo.
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