Desde hace veinte años se tuvo conocimiento pleno de las actividades de tráfico sexual del multimillonario Jeffrey Epstein, un hombre que en menos de una década pasó de ser profesor de secundaria, a convertirse en un potentado de las finanzas en los Estados Unidos. Para 2005 fue denunciado ante las autoridades de Palm Beach por corromper y abusar de menores de edad, asunto por el que finalmente terminó condenado a prisión.
Es de anotar que, por las características de la justicia norteamericana, Epstein finalizó declarándose culpable y consiguiendo un acuerdo con sus víctimas, a las que pagó significativas indemnizaciones. Por ello sólo sufrió 13 meses de cárcel, quedando sí con el antecedente de delincuente sexual. Superado el problema continuó su ascendente carrera en las finanzas, relacionándose de paso con personalidades como los Clinton, Obama y Trump.
Su nombre volvió a aparecer cuando en 2018 el Miami Herald publicó una investigación, de acuerdo con la cual testimonios de más de 60 mujeres lo involucraban en nuevos abusos sexuales. Se trataba de algo más grave. Las acusaciones incluían el secuestro y traslado a su isla privada en el Caribe, de más de 30 menores de edad que fueron obligadas a participar en fiestas sexuales, en las que tomaban parte prestigiosas personalidades mundiales.
Los testimonios de las víctimas conmovieron el mundo. Según ellas, incluidas las que eran menores por entonces y las que no lo eran, los invitados a la isla y a las fiestas privadas usaban de ellas como querían. Entre los implicados en los hechos aparecieron figuras importantes en la política de los Estados Unidos, incluso el príncipe Andrés, hijo de la reina Isabel de Inglaterra, quien se libró del caso mediante un acuerdo económico.
Tras su detención y la enorme expectativa por las revelaciones que pudiera hacer sobre los participantes en sus fiestas, un día de 2019 Epstein apareció misteriosamente muerto en su celda, recordando una vez más la conocida sentencia según la cual los muertos no hablan. Es de anotar que publicaciones de prensa revelaron posteriormente sus nexos con El Mossad, el tenebroso servicio de inteligencia de Israel, para el cual, al parecer, trabajaba.
El mecanismo denunciado para un nuevo escándalo mundial, consistía en que el servicio de inteligencia israelí procuraba que asistieran a las fiestas del señor Epstein personas que ejercían posiciones destacadas en diversos países, filmaba su participación en acalorados encuentros sexuales con menores, y luego procedía a extorsionarlos con el fin de que adoptaran en sus países posiciones políticas favorables a los múltiples intereses de Israel.
Por cierto, en las redes pueden hallarse las atrevidas denuncias de un exgeneral Flynn, de los Estados Unidos, en las cuales afirma que la mayoría de los congresistas de ambos partidos norteamericanos están en las manos de los sionistas por extorsiones de esa índole. Durante la más reciente campaña electoral en ese país, hubo acusaciones cruzadas entre candidatos y congresistas por su participación en las fiestas del oportuno suicida.
Hubo acusaciones cruzadas entre candidatos y congresistas por su participación en las fiestas del oportuno suicida
Cabe recordar que su suicidio se produjo al día siguiente de que fueran revelados en la corte federal de Nueva York centenares de documentos que comprometían más a Epstein y sus invitados. Por su relación con nosotros, no podemos evitar la mención en el escándalo del expresidente colombiano Andrés Pastrana, quien apareció como compañero de viaje en un vuelo con Epstein. Vale decir que han sido vehementes las explicaciones con las que nuestro expresidente se ha defendido.
Varios hechos coincidentes han puesto de moda el asunto. Primero, que durante su campaña presidencial Donald Trump hubiera prometido, repetidamente, que una vez en el cargo divulgaría la lista completa de los invitados de Epstein. Segundo, que, pese a los meses transcurridos en la presidencia, no lo haya hecho. Y tercero, que, en su pelea política y económica con Elon Musk, este último haya afirmado que la no revelación obedecía a que el propio Trump aparecía en la lista.
Pero hay algo todavía máss oscuro en el asunto. Y es que, precisamente, antier, tanto el FBI como el departamento de Justicia de los Estados Unidos, han expedido un informe final de sus investigaciones, según el cual no es cierto que el señor Epstein haya sido asesinado en su celda en 2019, ni que hubiera existido nunca una lista con los nombres de los invitados a sus fiestas, ni mucho menos que hubiera habido algún tipo de conspiración o extorsión en el caso.
Como quien dice, otro muerto enterrado. Debemos aceptar la decisión de los organismos investigadores de los Estados Unidos. Pese a lo cual, algún diablillo precoz insiste en preguntarse por qué la perentoria conclusión del caso llega en coincidencia con el abrazo entre Donald Trump y Benjamín Netanyahu en la Casa Blanca. Peor aún, con la increíble postulación de Trump al premio Nobel de la Paz por parte del genocida primer ministro israelí.
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