El mito del "castrochavismo" y su relación con el "petrosantismo"

El término "castrochavismo" se usó para asustar, pero perdió vigencia con Petro. Ahora, el "petrosantismo" reemplaza el miedo político en Colombia

Por: Martín López González
marzo 04, 2025
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El mito del
Fotos tomadas de Instagram

Desde 2017, tanto el historiador y sociólogo chileno Fernando Mires y el líder del Centro Democrático, Álvaro Uribe Vélez, comenzaron a usar el término castrochavismo; no es muy claro quién lo inventó. El primero en forma escrita y el segundo en los discursos de la campaña presidencial colombiana que arrancó ese año y cuya primera vuelta se celebró el domingo 27 de mayo de 2018. Se podría asumir que fue en el contexto colombiano donde ese vocablo compuesto se dispersa y cobra vida como parte de la jerga política.

No es una palabra trivial, pues su certeza para amedrentar se evidenció en las elecciones presidenciales colombianas de 2018. En las que se etiquetaron de castrochavistas a los miembros de la campaña del candidato Gustavo Petro Urrego y lograron aterrorizar y meterle en la cabeza a muchos colombianos que ellos impondrían el comunismo cubano y harían del país otra Venezuela. Cuya crisis se vive de forma más cercana en Colombia por compartir una frontera de más de 2.219 kilómetros y hasta ese entonces habían llegado casi dos millones de migrantes.  

Los sectores considerados de derecha y extrema derecha se han encargado de propagar el término y lo han vuelto sinónimo de comunista y se lo endilgan a cualquiera que se oponga a su ideario. Da risa que en las pasadas elecciones presidenciales de Estados Unidos de América, Joe Biden se convirtió en un “peligroso revolucionario” castrochavista. Es fácil demostrar que la génesis de la palabra y su función exclusiva es meterle miedo a un electorado. Es también una maniobra que ha permitido estigmatizar cualquier propuesta progresista, ridiculizarla y asimilarla a lo que pasó en Venezuela.

Sin embargo, ese miedo al castrochavismo no fue efectivo en las elecciones de 2022, que con el mismo discurso se quería amedrentar a los votantes, pero de todas maneras resultó electo Gustavo Petro Urrego. Un líder reformista socialdemócrata, que en sus años mozos perteneció a la guerrilla del M- 19, de dónde salieron militantes para todo el espectro político, incluido para la extrema derecha, que deshonra a Petro por haber sido guerrillero. Teniendo en su seno a quienes fueron superiores jerárquicos de “Aureliano”, alias del actual presidente de la República en su vida clandestina partisana.    

Aunque ha perdido utilidad, el vocablo une a Castro y a Chávez dos difuntos guerreros, que libraron batallas diversas en sus respectivos países, pero no corresponde a un concepto ideológico; no ha existido en ninguna parte del mundo un partido que se declare castrochavista, como si lo ha habido marxistaleninista. Además, asimilar a cualquier líder reformista con la palabra en mención es pura astucia retórica electoral de querer meter miedo con amenazas a la libertad y a la propiedad privada. Cosa que ha quedado demostrada en Colombia.  

Después de dos años y medio del gobierno Petro, ha perdido vigencia el término castrochavista, Colombia no se parece ni a Cuba ni a Venezuela. Los pensadores apocalípticos que anunciaban la destrucción de la economía colombiana deben guardar silencio. Ya se han inventado otra expresión para lograr los mismos fines de amedrentamiento: el petrosantismo, haciendo alusión a los castrochavistas ahora en el poder. En ese orden de ideas, es lógico suponer que al igual que Joe Biden, el expresidente Juan Manuel Santos “es comunista y les entregó el país a sus camaradas de las Farc”.  

Son los mismos activistas que cambiaron de expresión con propósitos similares, pero ahora más intensos por la viudez del poder. Según ellos, esta supuesta ideología comienza en 2010 cuando Petro apoyó a Santos pensando en la paz y declaró: “Santos representa ese mundo industrial, yo diría que el mundo financiero. Pero en eso hay una diferencia con Uribe, que es el representante político del latifundismo improductivo…Lo cierto es que hay una diferencia de valoración del mundo, de la política y de la sociedad por los industriales urbanos y los latifundistas rurales, algunos de ellos responsables directos de masacres y genocidios”.

El expresidente Juan Manuel Santos ha afirmado que no existe el “santismo” y que no tiene cuota política en el gobierno de Petro. Han sido varios personajes que fueron ministros de Santos y también de Petro, entre ellos Juan Fernando Cristo, quien asevera que el petrosantismo es ciencia ficción. Barrera y Benedetti son casos especiales que trascienden una tendencia ideológica en particular. Sea esto cierto o no, esta corriente política es difícil de captar, lejos de tildarlos de comunistas. Ni Petro ni Santos han militado en el comunismo. Quizás lo más castrochavista del gobierno Petro ha sido nombrar a un militar como ministro de defensa.    

Según declaraciones recientes de quien más ha pronunciado esos términos, el expresidente Uribe: “Este cínico de Santos, componente solapado del petrosantismo, coordinó la entrega de dineros de Odebrecht a su campaña, nos engañó posando como el gran enemigo del castrochavismo, después los utilizó para entregar el país a la Farc”. En esencia, la fuerte confrontación Uribe-Santos le añade sazón a ese contraste de términos que deberían ser contradictorios, pero en el mundo político macondiano se vuelven sinónimos.

El expresidente Santos fríamente le contesta a Uribe: “Todos entendemos la presión y el desespero que debe estar sintiendo por sus problemas con la justicia y espero que pueda salir bien librado con semejante lío. Pero le ruego que no pretenda desviar la atención de su caso buscando peleas con calumnias y ataques infundados. Esa conocida estrategia no le va a servir y le hace un gran daño al país".

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