Cuando el presidente Gustavo Petro se enteró que, desde Ginebra, Suiza, habían escogido a Barranquilla como sede para el Foro Mundial sobre Migración y Desarrollo de las Naciones Unidas, protestó para que este evento que recoge a 2.000 participantes de 130 países diferentes se hiciera en Riohacha, una ciudad simbólica e importante en el contexto migratorio y que con el foro, según el Presidente, se incentivaría el turismo. La orden de Petro tomó por sorpresa al alcalde Alex Char y a la misma Laura Sarabia, quien, para ese entonces ya se empezaba a mover con la logística del evento que tendría lugar en el mes de junio. Pero claramente nada estaba listo.
El Foro Mundial sobre Migración y Desarrollo se terminó aplazando para los primeros días de septiembre y se ha convertido en el dolor de cabeza para la Cancillería y pesa ahora sobre los hombros de la Ministra de Relaciones Exteriores (e) Yolanda Villavicencio quien se posesionó el pasado 9 de julio.
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La mala ejecución del compromiso internacional puede convertirse en un verdadero fiasco que deberá enfrentar con tanta premura como el tema de los pasaportes que tiene que estar montado también para el 1 de septiembre.
A pesar de que ya se había confirmado que la capital de La Guajira sería la sede del foro y los asistentes se preparaban, hace pocos días se les informó que se había reducido el número de invitados de 2.000 a 400 personas por tema de infraestructura. Entre los motivos sería que Riohacha no cuenta con la capacidad hotelera para atender y hospedar una delegación tan numerosa y la Biblioteca Héctor Salah Zuleta -recinto elegido para las conferencias- tiene capacidad máxima para 400 personas. Todo esto se sabía desde que el Presidente tomó la decisión, motivado tal vez por su enemistad política con el alcalde Alex Char.
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Ahora la canciller Yolanda Villamizar no solo tiene que cargar con el aforo sino también con la disminución del presupuesto que le ha traído complicaciones a la hora de coordinar la logística. Sin embargo, su mayor preocupación será lograr que el evento se materialice con una reducida delegación de 400 personas. Este evento que era tarea de Laura Sarabia porque la sede está definida desde que inició el año y el cambio lo impuso Petro en abril, la Cancillería pareciera se dejó coger del día, ignorando la seriedad de un compromiso internacional como éste.

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