El asesinato infame de Miguel Uribe Turbay, la voz más juvenil, carismática y mesurada entre los candidatos del Centro Democrático a la Presidencia, no tiene como consecuencia el fortalecimiento de esa opción política sino todo lo contrario. Es tan radical el mensaje que envían los demás precandidatos, incluyendo a Miguel Uribe Londoño, e incluyendo a quienes orbitan alrededor de ese partido sin hacer parte de él como Vicky Dávila, Abelardo de la Espriella y Santiago Botero, que es muy difícil que una vez escogido uno de ellos como candidato y una fórmula de coalición para la primera vuelta, logre obtener los votos del centro político necesarios para ganar. La opción de la Guerra Total no es tan atractiva como se cree entre el grueso del electorado.
Con más veras cuando el uribismo ha venido de capa caída. No le fue bien en las últimas elecciones legislativas y presidenciales del 2022, ni en las regionales de 2023. En las presidenciales no tuvo un candidato propio y el Equipo Colombia con Federico Gutiérrez como candidato que absorbió los votos de la derecha no pasó a la segunda vuelta. En las legislativas el Centro Democrático fue el quinto partido más votado con el 11,5 % de la votación, lejos del primer lugar obtenido en 2018 con el 16,4 %. De una votación a la otra perdió 563.415 votos. En la regionales de 2023 solo ganó en Antioquia donde obtuvo la alcaldía y la gobernación, recuperando una plaza histórica, y la gobernación de Arauca. Así que si Miguel Uribe hubiera vivido no la hubiera tenido nada fácil, aunque si más que cualquiera de los otros candidatos de su partido siendo como era el favorito del expresidente Uribe y del notablato antioqueño. Les tocará buscar otro candidato viable.
El presidente ha contribuido de una manera casi enfermiza a la polarización extrema que alimenta sus bases, pero no amplia su apoyo
Del lado del gobierno y su natural interés en que el proyecto del primer gobierno progresista, cualquier cosa que eso signifique, se extienda cuatro años más, tampoco están muy claras las cuentas. El presidente ha contribuido de una manera casi enfermiza a la polarización extrema que alimenta sus bases, pero no amplia su apoyo; ha estado rodeado de escándalos en el interior mismo del palacio presidencial, su modelo de mayor injerencia estatal en asuntos que cree son de competencia del Estado hace agua por todas partes, la agenda gubernamental es confusa, su trabajo ineficaz, la seguridad se le ha salido de las manos. Tiene el Pacto Histórico un puesto asegurado en la segunda vuelta, pero es muy serio el interrogante de si podrá remontar en la elección final el 25% probable de su candidato, quien quiera que sea, aun con el refuerzo en primera vuelta de un Frente Amplio, con otras fuerzas parlamentarias, que se adivina frágil. Quienes conocen la mecánica política creen que disminuirá su presencia en el Congreso.
Lo que puso de presente una ceremonia tan solemne y conmovedora como las honras fúnebres de Miguel Uribe Turbay, sin antecedentes en nuestra historia pues es el primer funeral de Estado en época de las redes sociales, es el cansancio nacional ante el vulgar, encarnizado, inmoral combate en que se ha convertido el debate político, que ni aun entonces tuvo tregua. Fue un momento doloroso de quiebre de una polarización donde todos somos perdedores y donde se rompieron todos los muros de contención contra la barbarie política pura y dura. La emoción desbordada de la Nación fue expresión de que nadie quiere que eso continue y que ha pasado el tiempo de los protagonistas de tanta intransigencia que hacen imposible un mínimo acuerdo de convivencia, mientras el verdadero enemigo, la delincuencia organizada armada hasta los dientes, se toma al país.
¿No será acaso que ha llegado el momento del centro? ¿No será que una voz sensata que lleva años llamando a la concordia, al trabajo conjunto, a la recuperación de la seguridad, al rescate de la dignidad de la política que ha caído tan bajo, puede tener ahora la ocasión de ser escuchada en medio de tanta algarabía? ¿No será el tiempo de Fajardo?
Del mismo autor: ¿Quién tiene la voz cantante en la política colombiana?
Anuncios.
Anuncios.