En el mundo de las competencias equinas, donde caballos pura sangre y razas extrafinas
suelen robarse las miradas, una mula colombiana ha sabido abrirse paso con la delicadeza de sus
patas y la firmeza de su temperamento. Milagros, una mula de paso fino nacida en las montañas
del sureste antioqueño, se pasea por las pistas con la seguridad de quien ya sabe que es la mejor.
A sus cinco años, Milagros llegó a Bogotá para la edición número 25 de Agroexpo, como una
auténtica celebridad del mundo mular.
Su andar pausado y elegante no engaña: es un ejemplar
avaluado en cerca de 400 millones de pesos, con siete campeonatos a cuestas y la distinción de ser
considerada la mejor mula de paso fino de Colombia. Su presencia en Corferias despierta tanto
asombro como admiración, no solo por la calidad de su genética, sino por lo que representa en un
mundo donde las mulas han dejado de ser simplemente animales de carga para convertirse en
protagonistas de una tradición que se aferra al espectáculo y la competencia.
Milagros pertenece al criadero La Suiza Mejía, un lugar enclavado en las verdes lomas de Titiribí,
Antioquia. Allí, durante casi cuatro décadas, Jorge Mario Mejía —mejor conocido en las ferias
como “el negro Mejía”— ha consagrado su vida a la crianza de mulas y burros de alta calidad
genética, diseñados no para arar la tierra ni para transportar café en sacos, sino para desfilar con
paso fino frente a jueces y multitudes.
La Suiza Mejía es un criadero singular, donde las mulas se tratan como atletas y las crías son
seleccionadas con rigurosidad. De esas pesebreras han salido campeones nacionales como el
legendario burro Carolo II o el robusto Napolitano, que en su momento también levantaron
trofeos y aplausos. Pero ninguna ha tenido la carrera que hoy ostenta Milagros, que en apenas
cinco años ha barrido con los primeros puestos en las ferias más prestigiosas: la Feria de las Flores
en Medellín, Agroexpo en Bogotá, las competencias en Cali, la Copa América y otras tantas a lo
largo del territorio colombiano.
Su andar ha sido tan consistente y perfecto que hoy no hay aficionado que no reconozca su
nombre. En cada presentación, Milagros confirma por qué las mulas han ganado un espacio propio
en las pistas, demostrando que su docilidad y resistencia pueden combinarse con la gracia del
paso fino para ofrecer un espectáculo inolvidable.
En esta Agroexpo 2025, además de Milagros, el criadero La Suiza Mejía también trajo a competir a
un ejemplar más joven llamado El Águila. Aunque apenas es su segunda aparición en una feria,
este joven mular ya demostró su potencial ganando el primer puesto en la feria del Tolima. Es,
según los conocedores, la nueva promesa del criadero, una especie de sucesor en ciernes que
comienza a perfilar su camino entre los campeones.
Mientras tanto, Milagros continúa siendo la joya más preciada del criadero, no solo por su precio
millonario, sino por lo que representa: décadas de esfuerzo, selección genética, cuidado diario y
una conexión profunda con las tradiciones campesinas que dieron origen a estas competencias.
No hay feria donde no cause revuelo; sus siete títulos son apenas una muestra del respeto que
impone entre jueces y rivales.

El ambiente en Corferias se caldea a medida que se acerca la jornada final. El público recorre los
pabellones, entre olor a heno y sonido de cascos sobre madera, y al fondo se escucha el rumor de
que Milagros volverá a subir al podio. Las expectativas son altas: enfrenta a otras mulas traídas
desde distintas regiones del país, todas con un linaje envidiable, pero ninguna con su palmarés ni
con su nombre grabado ya en la memoria de quienes aman esta tradición.
El criadero La Suiza Mejía sigue firme en su apuesta. Después de casi 40 años de criar mulas y
burros con la misma dedicación que otros reservan para los caballos más finos, hoy sus
ejemplares son prueba viviente de que incluso en las disciplinas más tradicionales todavía
hay espacio para la excelencia y la sorpresa.
En las pistas de Agroexpo, la mula Milagros no solo camina; enseña. Su andar pausado y elegante,
su mirada serena y su porte de campeona transmiten la sensación de que no hay prisa, porque la
cima ya la alcanzó. Para muchos, es solo cuestión de tiempo antes de que amplíe su colección de
trofeos y consolide aún más su leyenda como la reina indiscutible de los mulares de paso fino en
Colombia.
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