Opinión

Empresarios en tiempos inciertos: lecciones de Perú, Argentina y Colombia

Los empresarios de AL han mostrado su capacidad de resistir en la turbulencia política y económica. Perú y Argentina nos dan lecciones para avanzar más allá de 2026

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septiembre 01, 2025
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En América Latina, los empresarios han demostrado una capacidad única de resistir y prosperar en medio de la turbulencia política y económica. Perú y Argentina nos dan lecciones valiosas para entender por qué el empresariado colombiano también puede avanzar más allá de 2026.

Una mirada al sur es necesaria

Con tanta majadería de la “oposición” (entiéndase: al menos diez candidatos que no están dispuestos a ceder porque se sienten imprescindibles e iluminados), existe la probabilidad matemática de que el Pacto Histórico repita en el 2026.

Entre los empresarios crece la inquietud: ¿qué ocurriría si llega un gobierno que repita la dosis del 2022 al 2026? ¿Qué pasaría con la inversión, con el empleo, con la estabilidad de las reglas de juego?

La pregunta es legítima. Pero quizás no es la más útil. Partamos de una premisa: Colombia no es Venezuela. El empresariado colombiano, especialmente los pequeños y medianos, dista mucho de lo que fueron sus pares venezolanos hace 30 años.

Una mirada al sur es necesaria. La clave: ¿cómo responde el empresariado frente a las turbulencias políticas? Perú y Argentina nos dejan lecciones poderosas.

Perú: prosperar en medio del caos político

Si hubiera un campeonato mundial de inestabilidad política, Perú ocuparía el podio. En los últimos 30 años, el país ha tenido once presidentes, incluyendo a la actual mandataria, Dina Boluarte. La lista es tan dramática como elocuente: Fujimori, Toledo, García, Humala, Kuczynski, Vizcarra y Castillo terminaron destituidos, investigados, encarcelados, condenados o incluso, en el caso de García, muertos en circunstancias trágicas. Paniagua, Sagasti y Merino ejercieron gobiernos transitorios o brevísimos. Hoy, Boluarte sigue en funciones, pero bajo la lupa de investigaciones judiciales.

Y, sin embargo, en ese mismo periodo, el empresariado peruano ha logrado avanzar con determinación. Agroindustria, minería, servicios financieros, infraestructura, manufactura, comercio, tecnologías digitales y, como marca global de identidad, la gastronomía, florecieron a pesar del caos político.

Los empresarios aprendieron a no depender del rumbo incierto del Estado, sino a innovar, exportar y crear valor. La lección peruana es clara: cuando la política se hunde en la incertidumbre, el empresariado puede sostener la economía y abrir caminos de prosperidad.

Argentina: creatividad en medio del desorden económico

Si el problema peruano es la inestabilidad política, el argentino ha sido la inestabilidad económica. Inflación de tres dígitos, defaults de deuda, devaluaciones recurrentes, controles de cambio y de precios. La economía argentina ha sido, por décadas, un terreno minado para cualquier emprendedor.

Y, sin embargo, la adversidad se transformó en creatividad. El agro argentino sigue siendo uno de los más productivos del mundo, pese a impuestos y restricciones. En el campo de la innovación, Argentina dio a luz gigantes regionales como Mercado Libre, Globant y Despegar, unicornios que hoy operan a escala global.

Más que resilientes, los empresarios argentinos se han vuelto “antifrágiles”, en el sentido de Nassim Taleb: no solo soportan las crisis, sino que se adaptan y crecen con ellas, inventando modelos que luego exportan.

La lección argentina es distinta pero complementaria: la incertidumbre económica puede ser el caldo de cultivo para la innovación y la internacionalización de las empresas.

Colombia: resiliencia con identidad propia

Nuestro país ha vivido su propia cuota de incertidumbre: décadas de conflicto armado, narcotráfico, crisis de seguridad, polarización política y, recientemente, la ansiedad por cambios en el rumbo económico.

Sin embargo, los empresarios colombianos han demostrado una resiliencia que merece ser reconocida. Durante los años más duros de la violencia, el sector privado encontró fórmulas para seguir produciendo, exportando y generando empleo. El resultado es un empresariado que ha aprendido a operar en la adversidad.

La lección colombiana es que el empresariado no solo resiste: también teje país en medio de la tormenta.

2026: un llamado a la confianza activa

¿Y qué significa todo esto de cara a 2026? Que la llegada de un nuevo gobierno, sea de izquierda o de cualquier otro signo, no debería paralizar al sector privado colombiano. La política puede traer incertidumbre, sí. Pero la historia de países como Perú y Argentina —y muy especialmente la colombiana— demuestra que el empresariado es capaz de mantener la continuidad del progreso.

Colombia puede y debe avanzar, más allá de las elecciones, con la fuerza de su sector privado.

La resiliencia no es aguantar con resignación. Es convertir la adversidad en plataforma de crecimiento. Los empresarios peruanos lo han hecho, los argentinos también. Y los colombianos lo hemos hecho muchas veces en nuestra historia.

2026 no es una amenaza. Es una oportunidad para demostrar, una vez más, que cuando la política se tambalea, el verdadero motor de la nación sigue siendo el mismo: un empresariado que crea riqueza, genera empleo y sostiene la esperanza.

Del misma autor: Enormes avances en Colombia: educación superior y acceso a internet

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