La noticia de la venta del diario El País de Cali me tomó por sorpresa. Llegué a creer que la apuesta de la familia Gilinski, que se hizo cargo del diario a comienzos del 2023, era de largo plazo. Pero no fue así.
Yo le dediqué casi toda mi vida profesional, más de 35 años, a esa empresa. Allí comencé como practicante en 1984 y llegué a ser director general, cargo que ocupaba cuando me retiré, en agosto del 2023.
Por esa razón, y porque conservo muy buenos amigos en la empresa, le tengo un cariño muy especial y todo lo que le ocurra me interesa.
La verdad, nunca me quedó muy claro porque los Gilinski se vincularon a El País. Y luego de que lo vendieran tan pronto, las dudas se incrementaron. Pero tengo una hipótesis.
Creo que el propósito de Gabriel Gilinski al adquirir el diario caleño era conformar, con la revista Semana que adquirió hace cinco años y con varios diarios regionales que tenían en la mira, el grupo periodístico con mayor audiencia digital en Colombia.
Sin embargo, con el dineral que le tocó invertir en El País, es muy probable que Gillnski se diera cuenta de que ese empeño le podía salir muy caro y desistiera de él.
Lo cierto es que asumieron los pasivos y los activos de la empresa, en febrero del 2023. En los dos años largos que estuvieron al frente de la empresa, los Gilinski invirtieron alrededor de $30.000 millones y lograron estabilizarla. O por lo menos salvarla.
Gracias a esa importante inversión, el periódico pudo bajar significativamente sus costos. Primero, redujo su nómina a 120 empleados (en sus mejores épocas El País llegó a tener 700). La mayoría de la gente que salió pertenecía al área administrativa.
Es evidente que gracias a esa inyección económica, los Gilinski evitaron la liquidación de El País, que se encontraba en una situación calamitosa cuando los magnates judíocaleños asumieron su control.
Pero como en la vida no todo es plata, tengo la sensación de que a los Gilinski les faltó meterle más cariño a la empresa (ingenuo que es uno porque dicen los que saben que las empresas no se pueden manejar con sentimentalismos).
Prueba de esa falta de cariño es que durante los 30 meses en que El País estuvo en sus manos, Gabriel Gilinski solo se dejó ver por las instalaciones del diario una vez. Y durante una hora. No entiendo cómo alguien le puede meter casi ocho millones de dólares a una empresa prácticamente sin conocerla.
Tampoco me gustó la forma en que acabaron el diario popular Q’hubo que no era un gran negocio pero que tampoco dejaba grandes pérdidas. No tuvieron en cuenta el posicionamiento que la marca había logrado entre los lectores caleños, la alta penetración que tenía en los sectores populares ni la calidad del producto.
Simplemente un buen día decidieron acabarlo y al día siguiente les notificaron a loe empleados que el periódico popular no iba más.
Otro hecho que demuestra el poco aprecio que los Gilinski le tenían a El País fue el escaso esfuerzo que hicieron para retener el talento periodístico que tenía el diario.
Ciertamente la redacción del diario aún hay muy buenos periodistas, pero a algunos de los más importantes los dejaron ir sin hacer el menor esfuerzo para retenerlos Y no se me olvida que Rodrigo Lloreda siempre decía que una empresa debe hacer todo lo posible por retener a los buenos trabajadores.
A pesar de que los viejos Gilinski tenían un fuerte vínculo con Cali y la región, la nueva generación no conoce la ciudad ni tiene el menor afecto por ella
Con lo cual, siempre vio a El País como una empresa más y nunca entendió la importancia que el periódico tiene para los vallecaucanos y el liderazgo que ejerce en nuestra sociedad.
Y si los Gilinski no conocían a Cali ni tenían mayor nexo con la ciudad y la región, qué podemos decir de los nuevos propietarios del diario. El grupo comprador está liderado por Eduardo Hernández, un dominicano que cuando le ofrecieron la venta de El País no debía saber ni donde quedaba Cali.
Ignoro con que propósito el señor Hernández adquirió el periódico pero espero que no sea tan ocupado como Gilinski y venga con mayor frecuencia por estos lares. Así podría percatarse del valor que El País tiene para los caleños y los vallecaucanos y entender la importancia del rol que este medio cumple en nuestra sociedad.
Una ventaja tiene Hernández sobre los antiguos propietarios de El País. Puede que no conozca a Cali, pero sí sabe de periodismo y, sobre todo, de periodismo digital. Lo que sin duda ayudará en el proceso de transformación en el que se embarcó el diario hace un par de años.
Le deseo la mejor de las suertes a los nuevos propietarios de este patrimonio caleño y, por supuesto, a la empresa y a sus empleados con este nuevo horizonte.
Lo que si no puedo es ocultar el pesar que me causa que El País no haya quedado en manos de gente a la que le duelan Cali y el Valle y que entiendan, como decía Rodrigo Lloreda, que este diario más que una empresa, es una misión.
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