Hace no mucho, en Colombia, soñar con ser futbolista y vivir de eso era algo casi imposible para una niña. Las canchas eran de tierra, los uniformes quedaban grandes y los torneos eran pocos. Hoy, sin embargo, dos nombres parecen derribar esas viejas barreras: Linda Caicedo y Mayra Ramírez. Sus carreras no solo son inspiración, también son una señal de que las cosas están cambiando.
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Linda, que con apenas 19 años se convirtió en figura mundial, llegó al Real Madrid en 2023. Con esa camiseta blanca que pesa tanto como la historia que la respalda, firmó uno de los contratos más altos del fútbol femenino español: unos 360 mil euros al año, algo así como 1.250 millones de pesos colombianos. Es mucho dinero, sí, pero también es un reflejo de su talento, de sus goles, de la forma en que convirtió cada partido en una promesa de que el fútbol femenino puede ser algo grande.
Pero hay otra historia, y es aún más sorprendente. Mayra Ramírez, la delantera del Chelsea inglés, no solo rompe redes, también rompe récords. Fue el fichaje más caro de la historia del club para la rama femenina y, con eso, aseguró un sueldo que alcanza los 500 mil euros al año, casi 2.000 millones de pesos. La diferencia con Linda es de 140 mil euros, una brecha que no separa, sino que une: habla de un presente en el que el talento colombiano empieza a valer más, mucho más, en los ojos del mundo.
Las cifras impresionan, claro, pero detrás de cada euro hay horas de entrenamiento, sacrificios silenciosos y sueños de infancia. Linda y Mayra no solo ganan partidos ni salarios: están ganando un espacio que antes no existía, para que cada niña que patea un balón en una cancha de barrio pueda creer que el futuro puede ser distinto.
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