Este domingo amaneció con una noticia que agitó el panorama político y encendió las redes. Vicky Dávila, periodista convertida en precandidata presidencial, publicó en sus cuentas de redes sociales lo que dijo eran chats de WhatsApp que comprometerían el nombre del presidente Gustavo Petro. En esas conversaciones –aseguró– se habla de rumbas privadas, drogas, mujeres de la calle y travestis.
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Los supuestos mensajes comprometedores son entre Nicolás Petro, y su entonces esposa, Day Vásquez. Los dos protagonizan un cruce de palabras –supuestamente filtrado– en los que quedan al descubierto fiestas y excesos que salpican al mandatario.
La publicación de Viky Dávila cayó como una bomba creó un huracán en X (antes Twitter): una marea de mensajes, insultos, hashtags, y sobre todo dudas.
En cuestión de horas, la discusión se dividió en dos bandos. Los detractores de Petro vieron en los chats “la prueba” de lo que sospechaban hace tiempo; sus seguidores, en cambio, gritaron “montaje” y señalaron a Dávila de usar su candidatura para lanzar golpes mediáticos.
URGENTE
— Vicky Dávila (@VickyDavilaH) August 3, 2025
Este es un problema de Estado. Aquí están las pruebas que el país quería conocer contra Gustavo Petro. “Mujeres, licor, rumba problemática y más….”.
Se trata de 6 conversaciones que permanecían en secreto y que están en poder de la Fiscalía en el expediente contra… pic.twitter.com/hFTPzwtiW4
El problema de fondo es que nadie ha mostrado los archivos completos ni un peritaje que confirme si los mensajes son genuinos. No hay más que unas capturas, un par de pantallazos y una avalancha de interpretaciones.
La pregunta quedó suspendida en el aire, casi como una sospecha que nadie se atreve a soltar del todo: ¿son de verdad los chats entre Nicolás Petro y Day Vásquez o solo pedazos sueltos, recortados y acomodados, que terminan dibujando una historia distinta a la que pasó en realidad?
Estos supuestos mensajes se convierten en el combustible de una acusación que sube hasta la Casa de Nariño. Y lo hacen de la mano de Vicky Dávila, una figura que ha estado en el ojo del huracán en los últimos años. Primero como periodista, luego como directora de Semana y ahora como precandidata de derecha que promete “desenmascarar al poder”.
Mientras tanto, en redes sociales la conversación no se detiene: miles de usuarios debaten, insultan, defienden, atacan. El ruido es ensordecedor, y entre tanto ruido, lo único claro es que la historia está incompleta.
Los supuestos chats de Nicolás Petro y Day Vásquez no solo vuelven a poner a la familia presidencial en el centro de la polémica. También dejan ver que, en un país a meses de unas elecciones, cualquier pantalla de WhatsApp puede convertirse en un arma.
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