Juliana Guerrero, de 22 años, jefe del gabinete de Armando Benedetti, ministro del Interior, es una heroína en el barrio Camilo Torres de Codazzi en el Cesar. En ese sector marginal, donde organizaron sus asentamientos víctimas del desplazamiento forzado y otras expresiones de violencia, sus apariciones en televisión, sus poses de chica poderosa en redes sociales y las alusiones públicas que de ella hace el presidente Gustavo Petro causan furor.
“Guerrillerita brillante y organizada”, la ha llamado el jefe del Estado y ella ha buscado caracterizarse para responder a los calificativos. . Una chompa verde oliva y una gorra de satín militar le dan ese aire que la hacen parecida a algunos de los miembros de gabinetes “revolucionarios” como los que conformaba en sus primeros tiempos Daniel Ortega, luego del triunfo de la revolución sandinista en 1986.
Según los más viejos de Codazzi, allí poco importa que la joven funcionaria, sin título profesional y aspirante a conseguir el rol que alguna vez tuvo Laura Sarabia, esté expuesta a problemas judiciales por el uso de aeronaves oficiales para ir hasta Valledupar y Aguachica con la idea de mover los hilos de la reelección de Rober Romero, rector de la Universidad Popular del Cesar, como lo denunció la revista Cambio.
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Allí importa que esté consolidando, a tan temprana edad, un poder político con el que soñarían los herederos de apellidos tradicionales como Gnecco, Cuello y Quintero. De hecho, el representante conservador Alfredo Ape Cuello, sancionado por el comité ético por votar a favor los proyectos del gobierno, parece haber hecho causa común con ella para controlar el enorme poder que genera la rectoría de una universidad boyante en sus recursos. Entre los dos tendrían a cargo el proyecto de reformar los estatutos del claustro para establecer una figura que suena bien en los círculos: reelección.
Aún así, en otros círculos políticos, inquietos por el escándalo provocado por el uso de las aeronaves de la policía, la figura de Juliana debe mantenerse a distancia. Tan pronto como se mencionó entre sus aliados el nombre de Eloy ‘El Chichi’ Quintero las aclaraciones no se hicieron esperar. ‘El Chichi’ es un empresario del sector agropecuario, exrepresentante a la Cámara y directivo del fútbol local que, a pesar de su retiro, sigue generando enorme influencia. Sin embargo, su hijo Luis Fernando Quintero, exconcejal de Valledupar y figura de Cambio Radical, aclara que ni su Padre, ni él ni nadie de su familia interactúa políticamente con Juliana. “Ella sí es cercana a alguien que alguna vez hizo parte de la Unidad Técnica Legislativa de mi padre en el Congreso, pero luego se retiró y se fue a trabajar en otro partido”, le dijo Quintero a Las2Orillas.
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Pasados los filtros de las potenciales relaciones políticas de la jefe de gabinete de Benedetti solo parece quedar el nombre de Ape Cuello. Él e integrantes de su cuerda política, tejida con veinte años de experiencia en el Congreso, fueron vistos con Juliana Guerrero en la reciente edición del Festival Vallenato en Valledupar.
Amigos de Ape comentan incluso que no sería del todo mentira que la joven Guerrero tuviera a cargo una “misión secreta” relacionada con el orden público y la paz porque estaría detrás de algunas diligencias para vincular a presos de La Tramacúa, cárcel de máxima seguridad de Valledupar. Hablan incluso de que en esa ciudad podría ser montada otra tarima similar a aquella en la que Petro se mostró con jefes de bandas criminales en Medellín.
La habilidad política de Cuello es pasmosa y por eso no sorprende su acercamiento a la jefe de gabinete del ministro Armando Benedetti. Él, que en 2018 apoyó la elección presidencial de Iván Duque, ha sido capaz de generar ‘sismas’ en la cúpula del Partido Conservador, como la que produjo en 2023 al propiciar la renuncia de Efraín Cepeda a la jefatura de la colectividad cuando Ape creo una fuente de apoyo azul al nombramiento de Luz Cristina López como ministra del Deporte.
Por lo pronto el nombre de Juliana ya figura en las páginas de un expediente. La Procuraduría le abrió indagación preliminar para determinar su responsabilidad y la del Ministerio del Interior en el uso indebido del avión de la Policía con matrícula PNC-042. Ya hubo por lo menos una inspección de agentes del Ministerio Público a la base aérea de Catam para la recolección de pruebas.
En el barrio Camilo Torres de Codazzi prefieren creer que el inmenso poder que acumula esta bachiller le resultará suficiente para blindarse ante cualquier autoridad.
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