“A menudo encontramos nuestro destino en los caminos que tomamos para evitarlo”
Resulta que hace poco tomé la decisión de irme a pasar una temporada en mi tierra natal, El Bagre, y allá me tocó la suerte de festejar mi cumpleaños, que por esas vainas del destino es la misma fecha de la celebración de la patrona de ese pueblo querido: Nuestra señora la virgen del Carmen. Fue entonces cuando me encontré con la letra de una canción, de orígenes sencillos, pero llena de nostalgias, que de tanto oírla se me convirtió en un himno personal y me acompaña desde esa fecha: 16 de julio, cuando tuve la suerte de acompañar la procesión de las 5 de la mañana en el rosario de aurora y luego ser uno más de los feligreses en la misa de las seis.
Una vez concluida la celebración religiosa, y como ha sido costumbre, la banda musical siempre nos regala una serenata, pero esta vez el sorprendido fui yo. Escuché la canción que se llama “Imágenes”, que nada tiene que ver con su nombre, pero en todo caso me sorprendió porque dentro del imaginario uno cree que los porros siempre son y tienen que ser alegres y sin letras, como “Dios da”, “El gavilán garrapatero” e incluso “María Varilla”, pero con este el cuento es a cuatro bandas, según mi mal leal saber y entender, porque me considero escaso en esa materia por no decir ignorante.
El autor de esa letra se llama Leonardo Gamarra Romero, un sinceano que nació el 18 de julio de 1940 en un barrio llamado Palacio, hijo de Miguel Gamarra Escudero y Sara Romero Atencia. Pero a todo esto hay que añadirle el ingrediente musical, que sin duda se lleva buena parte del éxito de su interpretación. Se trata de un pueblo llamado Manguelito, cercano unos 15 minutos de Cereté, Córdoba, y cuya única virtud parece ser la de una comunidad en donde la música es peste y se riega como garzas en la playa.
En una crónica escrita por Anyi Aguirre en el portal La Lengua Caribe, se puede leer lo siguiente: "Este lugar está lleno de una gran tradición musical, es el corregimiento de Colombia y de Latinoamérica que tiene más bandas folclóricas conformadas. En total son siete: La Nueva Esperanza de Manguelito, la que toca bonito, La Nueva Esperanza de Manguelito, La Universidad del Porro, La Original de Manguelito, La Número Uno de Manguelito, La Primero de Noviembre de Manguelito y Las bandas de la escuela Nuestra Generación Reinaldo Jiménez, categoría juvenil e infantil".
Averigüé que Leonardo Gamarra Romero, el autor de más de 200 letras de canciones que han sido traducidas a la lengua del porro, se crió en la finca El Cairo, en donde siempre fue testigo de oídas de las más desmesuradas historias que se cruzaron por su camino, y que alguna vez por esas vainas las escuché también en mi tierra, como los hombres que no eran valientes sino que usaban su fuerza gracias a que estaban marcados en sus puños en la mano izquierda con los niños en cruz, así como las del brujo que estaba rezado para que no le entraran las balas.
En fin, Leonardo fue el mayor de ocho hermanos que por el mal carácter de su padre se fue a vivir a la casa de su abuelo Enrique Romero Benavides. Su árbol genealógico lo completa Sara Romero Atencia, su madre, a quien describen como una mujer simpática que tenía una habilidad para diseñar, pintar, además de ser costurera, mientras que su bisabuelo, Salvador Gamarra de la Ossa, era tabacalero y tenía quince mulas que llevaban el tabaco a Ovejas, Sucre. Su abuela materna era María Susana Escudero Merlano, hijo de Leonardo Escudero Vergara e Isabel Merlano Mogollón.
Con ese pasado, nuestro protagonista recuerda a Homero Solá, el embustero más grande del mundo, también nacido en Sincé, quien lo acercó a esas historias llenas de embusterías y recuerda que canta desde que tiene memoria bajo la sombra de aquel patio sombreado de nísperos, plátanos, granadillas, caimitos y piñuelas. En los espacios que su padre tenía en la cría de los gallos, de vez en cuando lo escuchaba cantar tangos y rancheras. Trabajó con Juan de la Cruz Piña en San Marcos, las orquestas de El Carmen de Bolívar, Sincelejo, entre otras.
La letra de Imágenes, la misma que escuché y bailé con disimulado acento en la madrugada de aquel memorable 16 de julio, se me quedó impregnada en la piel como un sello indeleble y espero que sea por los años que me restan de vida, dice así:
Fundadora de esperanzas y de penas / tejedora de ilusiones y de cuentos / quiero darte un ramito de azucenas / y cantarte con todo mi sentimiento / Si me dieras el lenguaje de tus ojos / Yo te diera mis historias y secretos / si supiera como hablan tus labios rojos / conocieras la verdad de mi silencio / Sueño con imágenes muy tristes / amores que nunca existen / sombras que solo se van / hago castillitos en el aire / procurando de alcanzarte / pero mi tiempo se va / Dibujando lo irreal con mis pasiones / tras la niebla donde plasmo mi bosquejo / veo la flama donde arden dos corazones / consumidos por la fuerza del deseo / Golondrina que te alejas de mi pueblo / con la fiesta de tu risa a otros lugares / solo quedan en el eco tus recuerdos / y en la brisa la alegría de mis cantares.
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