En una noche de juerga, un policía le hizo saber que era gay al hacerlo sentir como toda una mujer, en una residencia de la avenida Caracas. En ese momento, Klauss consiguió descubrir ese otro “yo” que Stevenson decía que todos tenemos, y dejó de ser solamente Klauss Salcedo para ser, también, Samantha Tesoro, nombre de una muchacha que vivía con su madre y él consideraba como su hermana.
La vida de Klauss se volvió todo un ejercicio ejemplar de resistencia ante una sociedad machista que desprecia la compasión e impone una única forma de ver la vida, haciendo que todo lo que sea diferente sea despreciado y violentado. Así que para Klauss ser travesti se convirtió en una valiente travesía quijotesca, en donde solo él, Klauss, o ella, Samantha, sabía lo que era y lo que podía ser.
La tragedia maldita de Klauss empezó el 31 de diciembre de 1959 cuando nació en el antiguo hospital San Pedro Claver, producto de una pareja de primos hermanos. Salcedo llegó al mundo con una deformidad en su pie, por la cual su padre, José Guillermo, lo maldijo y le advirtió a doña Blanca, madre de Klauss, que si llevaba a ese niño deforme para la casa, él mismo lo iba a matar. Pasados los meses, José Guillermo murió en extrañas circunstancias, devorado por pirañas en el río Caquetá.
Debido al rechazo que había recibido de su padre desde el día de su nacimiento, un sacerdote le dijo a doña Blanca que Klauss tenía un espíritu maligno. El pequeño Klauss estaba condenado a morir pronto si no le hacían un conjuro que le sacara el embrujo. Así que su madre lo llevó al cementerio a la media noche, le aplicó unos ungüentos, enterró a su pequeño hijo entre la fría y babosa tierra llena de moscos y gusanos, y prendió alrededor unos velones negros junto al cuadro de los míticos santos: Indio Guaicapuro, Negro Felipe y la Reina María Lionza.

El milagro se realizó y Klauss pudo continuar con su vida. Pero no era un niño normal o, al menos, eso era lo que le decían sus compañeros de colegio a quienes les leía las cartas y les adivinaba el futuro con bastante precisión. Cuando salió del colegio en el barrio Venecia, donde vivió casi toda su vida, estudió, como pudo, metafísica, se volvió vegetariano, no fumaba ni bebía, no hacía el amor para limpiar su cuerpo y su espíritu. También estudió cienciología, dianética, cartomancia, quiromancia y espiritismo. Aunque asegura que alcanzó a tener cinco mil pacientes, Klauss hizo un cambio de profesión y se metió a estudiar belleza en una fundación de monjas al sur de la ciudad.
Cuando se graduó como estilista, puso un pequeño salón de belleza en el que solo tenía una vieja silla de barbería y un espejo pegado en la pared. El negocio fue creciendo, pero la vida iba a llevar a Klauss por otros caminos. Por eso fue que, ante la frustración de no haber concretado una profesión, se presentó al Distrito Militar 52 para hacer la carrera de suboficial.
En el Ejército le tocó enfrentarse a todo tipo de abusos por ser homosexual, desde golpes hasta redadas en las que le metían palos por el ano. A pesar de eso, Klauss con su carácter verraco y luchador, continuó en la vida militar y consiguió ascender a Cabo con galardones por su admirable puntería a la hora de disparar. No obstante, un día tuvo que abandonar su sueño de ser suboficial porque empezó a ser acosado sexualmente por un sargento que lo amenazaba con matar a doña Blanca si Klauss no se acostaba con él.

Después de salir del batallón, Klauss fue a parar a La Picota por la muerte de un familiar del que nunca se encontró el cuerpo. Estando en la cárcel, se hizo conocido por ser el único homosexual que se había atrevido a salir del closet en un patio lleno de delincuentes y violadores. Klauss también fue conocido en la cárcel por ser el jardinero del patio, el cual cuidaba sus flores como quien cuida un tesoro invaluable. Cuenta que los presos vivían orinándose en su jardín como una muestra de hombría producto de un machismo primitivo, pero que estos presos que se las daban de hombrecitos en el jardín vivían pidiéndole a escondidas un ratico de placer, incluso también intentaron violar.
Estando en la cárcel, Klauss conoció uno más de sus grandes talentos: la literatura. Tanto así que con los textos que escribía bajo la luz de una linterna estartalada, consiguió publicar una crónica en el proyecto La Ciudad Jamás Contada del diario El Tiempo, donde pudo contar con la orientación del escritor bogotano Mario Mendoza, quien también publicó la crónica de Klauss en su libro “Paranormal Colombia”. Klauss le contó a Mendoza que los extraterrestres lo habían amarrado a una camilla y se lo llevaron para Marte, donde le implantaron un dispositivo satelital ultravioleta en el cerebro con el que Klauss se comunicaba con ellos a través del espacio. También, cuenta que le explicaron que a él lo habían enviado a estudiar la Tierra y que en él habitarían muchas personas.
Finalmente, Klauss Salcedo Buitrago salió de la cárcel y se fue a vivir a Patio Bonito, cerca al parque Bellavista, donde montó su negocio de consultorias esotéricas “El Tesoro”, junto a una taberna que atendía en las noches, luego de que finalizaba su jornada en el local de esotería. Allí conoció a “El mono” un adolescente de 17 años que se volvió su pareja, pues cuando lo conoció, los astros le indicaron que él sería su compañero. La pareja vivió en la localidad de Kennedy durante año y medio hasta que, en la madrugada del 18 de julio de 2017, tuvieron una discusión y “El mono” le pegó más de 15 puñaladas en el pecho que acabaron con la vida de Klauss Salcedo.
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