La estatua de La Libertad que honra a las víctimas del conflicto está atascada en un garaje de Barranquilla

En La Libertad, cerca de San Onofre, la réplica a escala estaría en la plaza central, pero se encuentra varada en una bodega de Barranquilla

Por: Camilo Conde Aldana
septiembre 08, 2025
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La estatua de La Libertad que honra a las víctimas del conflicto está atascada en un garaje de Barranquilla

Durante la violencia paramilitar de la década de los noventa y los primeros años de la década de los 2000, el corregimiento de Libertad, en San Onofre, Sucre, fue escogido por el Bloque Héroes de los Montes de María como la base de Alias el Oso, Marco Tulio Pérez, mano derecha de Rodrigo Mercado Pelufo, alias Cadena, ambos comandantes de este grupo de autodefensas.

El Centro Nacional de Memoria Histórica afirma que fueron 43 las masacres perpetradas por los grupos de Autodefensas durante la época de violencia paramilitar en este territorio, dejando un total de 354 víctimas fatales, siendo la más notoria la masacre del Salado, donde fueron asesinadas 60 personas y fue desplazada toda la población del municipio, cerca de 7.000 habitantes. Estas cifras fueron conocidas durante las confesiones de los comandantes paramilitares que entregaron sus armas acogiéndose a la ley de Justicia y Paz. La mayoría de estos comandantes cumplieron cadenas cortas, de 6 a 8 años, para el año 2012, la mayoría de los comandantes estaban terminando sus condenas y se disponían a salir de prisión.

Uno de ellos era Marco Tulio Pérez, alias el Oso, que estaba cerca de cumplir su condena y quedar en libertad. Sin embargo, en su declaración de justicia y paz, alias el Oso no confesó ninguno de sus crímenes sexuales. Solo en el corregimiento de Libertad, asociaciones de mujeres afirman que este excomandante paramilitar abusó sexualmente de más de 100 mujeres.

Adriana Porras, enfermera del puesto de salud de este corregimiento, escuchaba en sus consultas a las mujeres, preocupadas por la salida de prisión de alias el Oso, e indignadas por la ausencia de una confesión de los crímenes sexuales perpetrados contra ellas. Un grupo de 10 valientes mujeres, lideradas por Adriana, decidieron entonces enfrentar al excomandante paramilitar en los tribunales, buscando que la justicia regular pudiera reconocer los crímenes de abuso sexual, esclavitud sexual y trata de personas.

Este grupo de mujeres contó con el apoyo y asesoría legal de la ONG Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz (IMP), quienes acompañaron al grupo durante el difícil proceso de denuncia en los tribunales de la justicia regular. La denuncia fue un proceso muy complejo, alias el Oso y las estructuras del paramilitarismo, profundamente arraigadas en la institucionalidad de Sucre, emprendieron una campaña de desprestigio contra el grupo de mujeres y su líder Adriana Porras. La prensa local afirmaba que ellas estaban recibiendo un pago por realizar estas denuncias, que lo único que les interesaba era el dinero, que todo su proceso era una mentira.

En el corregimiento de Libertad, la comunidad empezó a mirarlas con recelo, en parte haciendo eco a la campaña de desprestigio emprendida en su contra, en parte por miedo a las posibles represalias que pudieran emprender las estructuras criminales que sobrevivieron a la desmovilización de las autodefensas en este territorio.

En los colegios, sus hijos sufrieron del maltrato de sus compañeros, que recriminaban el rol que sus madres habían asumido al denunciar a alias el Oso. Muchos de sus hogares se derrumbaron, pues para algunos de los esposos se hizo imposible tolerar este proceso de denuncia. Las mujeres que conformaron este grupo fueron excluidas en su propia comunidad, eran miradas y tratadas con recelo.

Adriana Porras, tras constantes amenazas contra su vida, tuvo que salir del corregimiento de Libertad, viajó a Bogotá donde empezó a trabajar con la Unidad de Víctimas. En esta oficina compartía trabajo con Idelfonso Henao, excomandante del Ejército Popular de Liberación (EPL). Ildefonso había tenido que viajar a Bogotá también buscando refugio, tras el difícil proceso de desmovilización del EPL en la década de los noventa. Aunque existe todavía discusión sobre el número de víctimas fatales, se sabe que al menos 300 excombatientes de este grupo guerrillero fueron asesinados tras su desmovilización.

La fundación Esperanza, Paz y Libertad, creada para su proceso de reintegración, fue disuelta y muchos de los excombatientes viajaron a Bogotá. La fundación Progresar fue quien dio cuenta de este magnicidio y asumió el proceso de reintegración y reparación de los excombatientes del EPL.

La fundación Progresar recibía incautaciones de la DIAN para financiar la reintegración y reparación de las víctimas. Estas incautaciones eran, en su mayoría, realizadas a contrabandistas. Una de esas donaciones fue una réplica a escala de la estatua de la Libertad donada por Francia a Estados Unidos, celebrando la conmemoración de los 100 años de su declaración de independencia.

Esta estatua estuvo muchos años en las oficinas de la fundación Progresar como un comentario sobre el apoyo que los excombatientes del EPL recibieron de parte del gobierno durante su difícil y violento proceso de desmovilización.

La Fundación Colibríes venía trabajando con Idelfonso Henao en procesos con excombatientes; fue él quien nos introdujo con Adriana Porras, porque ella lideraba el proceso de retorno de las familias del Salado a su territorio. En ese momento, desde la Fundación buscábamos hacer un registro audiovisual de ese retorno. Sin embargo, cuando Adriana nos contó la historia de este grupo de mujeres y del corregimiento de Libertad, estudiamos la posibilidad de hacer un monumento en honor a ellas, usando la estatua de la fundación Progresar.

La idea era que la estatua pudiera cumplir con el fin para el que fue donada: ayudar a los procesos de reparación de las víctimas. Tanto Ildefonso como Adriana estuvieron de acuerdo en que se debía consultar con el grupo de mujeres y la comunidad de Libertad, sobre la posibilidad de generar un proceso de apropiación de la estatua para rendir un homenaje a este grupo de mujeres denunciantes. Se buscaba apoyar el proceso de IMP: que la construcción de este homenaje pudiera ayudar a que la comunidad comprendiera el rol de las mujeres que decidieron denunciar y la importancia de este proceso para la comunidad de Libertad.

Se realizaron talleres con el grupo de mujeres, que buscaban plantear una posible línea de apropiación de este símbolo, a partir de la cultura afrodescendiente del corregimiento de Libertad. De igual manera, se realizaron talleres con representantes de los adultos mayores, los jóvenes y del Consejo Comunitario de Libertad, para definir esta apropiación.

La idea inicial era ubicar la estatua en el puente de entrada al corregimiento de Libertad. Sin embargo, en estos talleres con la comunidad, la población de Libertad solicitó que la estatua quedara en el parque. También manifestaron que la estatua debía representar a una mujer negra; en la cultura de este corregimiento, la mujer se vestía con flores en sus faldas o polleras, cuando bailaban y cantaban su música tradicional. El monumento debía reflejar estos modos de representación propios.

Durante un mes aproximadamente, toda la comunidad trabajó en la realización de un mosaico de 10 flores en la base de la estatua: cada una representando a una de las mujeres denunciantes, y el grupo de mujeres pintó la estatua, decorando su vestido con naranja, el color de IMP, la organización que apoyó el proceso. También pintaron de azul parte de su falda, representando el agua, principal fuente de sustento de esta comunidad pesquera, y decoraron su túnica con flores que buscaban representar a las otras mujeres víctimas que no participaron del proceso de denuncia.

En la mañana venían mayormente mujeres, en la tarde llegaban niños y jóvenes tras terminar sus clases en el colegio; y en la tarde noche, llegaban los hombres al terminar sus jornadas laborales. Mientras participaban en la realización del mosaico, todos ellos empezaron a conversar sobre lo sucedido en el corregimiento, a comprender la labor de las mujeres y restablecer lazos que la violencia había destruido.

El día de la fiesta de las Mercedes, una orquesta de porro despertó al corregimiento de Libertad en la tradición de la alborada: la orquesta entra al pueblo y a su paso, la comunidad empezó a sumarse a su camino hacia el parque. Finalmente, esta procesión liderada por la orquesta llegó al parque recién pintado y con el monumento terminado, para inaugurar una gran fiesta de 3 días, sin ningún incidente de violencia, en los que la comunidad de Libertad volvió a celebrar su música y su cultura. La labor del grupo de mujeres fue reconocida por su comunidad. Para ellas la realización de este monumento marco un punto importante en su proceso de reparación, la estatua se convirtió en un símbolo del corregimiento y en un recordatorio de la importancia de la mujer y su rol en la comunidad.

Las diferentes organizaciones que hicieron parte de la construcción de este homenaje manifestaron su intención de realizar un mosaico en todo el parque, que pudiera relatar la historia de todo el corregimiento y su resistencia durante la época de la violencia.

Actualmente, el corregimiento de Libertad está siendo afectado por la violencia de las estructuras que sobrevivieron a los procesos de paz, se busca con la realización de este mosaico que la comunidad recuerde todas las dificultades que debieron enfrentar para sobrellevar esta violencia y que se una nuevamente alrededor de la reafirmación de su cultura y su historia.

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