Esta historia requiere un preámbulo propio de una puesta en escena propia del lenguaje cinematográfico.
Una cámara de seguridad, oculta en la trastienda de una oficina en un sector exclusivo de Quito, graba este episodio: Ricardo Rivera, empresario de 68 años, abre dos maletas repletas de dólares ante los ojos deslumbrados de una joven a la que pretende seducir con algo más que simples galanteos amorosos.
Oficiales de la policía judicial ecuatoriana no tardan mucho en rescatar el video para convertirlo en una de las evidencias de una trama de corrupción que, hace siete años, condujo a la cárcel a algunas figuras del gobierno del país vecino..
Rivera no era un actor de reparto. Se trataba del tío del entonces vicepresidente de Ecuador, Jorge David Glas Espinel. Fiscales y jueces no tardaron mucho en establecer que los dólares guardados en las maletas de Rivera hacían parte de un millonario botín de sobornos cobrados por él y por su tío para la concesión de contratos de infraestructura pública la multinacional brasilera Odebrecht.
Los propios ejecutivos de la firma lo confesaron, forzados por un acuerdo de cooperación judicial estructurado en Estados Unidos, con el concurso de Suiza y Brasil.
Conocí de primera mano el episodio, en mi calidad de autor del libro Odebrecht, la historia completa (Editorial Penguin Ramdom House, 2018). Fui testigo de la reclusión del vicepresidente Glas en la Cárcel 4 de Quito y volví a saber de él seis años después, a comienzos de 2024, como protagonista de tensiones políticas que provocaron la ruptura de relaciones diplomáticas entre Ecuador y México. Glas logró burlar la marca de la justicia ecuatoriana que lo tenía condenado a ocho años de prisión y buscó refugio en la embajada mexicana en Quito el 17 de Diciembre de 2023.
Permaneció allí varios meses protegido por el gobierno mexicano hasta que la noche del 5 de abril de 2024, en vísperas de su viaje a México en condición de asilado político, un destacamento policial irrumpió en la sede diplomática y capturó de nuevo a Glas.

Fue internado en la cárcel de máxima seguridad La Roca en Guayaquil de donde fue trasladado a la Cárcel 4 de Quito para atender un nuevo juicio de corrupción en su contra del que salió con una nueva condena. El gobierno de México declaró rotas las relaciones con Ecuador, acusó a Quito a haber violado con esa actitud la Convención de Viena (el tratado de los tratados en materia de relaciones diplomáticas) y llevó el caso al Tribunal de Justicia de La Haya. Ecuador adujo que la institución del asilo no aplica, según las normas internacionales, para crímenes comunes sino para delitos políticos. Sin embargo, se produjo una especie de efecto bumerán que terminó jugando a favor de Glas, a quienes algunos gobiernos -encabezados por el de Colombia- reconocen como “perseguido político".
Previamente, Ecuador había demandado a México ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) por considerar que el Gobierno del entonces presidente Andrés Manuel López interfirió en sus asuntos internos al otorgarle asilo al exvicepresidente Jorge Glas, que acumulaba dos condenadas por corrupción y estaba a punto de recibir una tercera sentencia.
El Fiscal ecuatoriano del caso de Odebrecht en Ecuador mandó a la cárcel además de Glass a otros funcionarios
Wilson Toainga, el fiscal ecuatoriano, fue quien dirigió las principales pesquisas por el caso Odebrecht que condujeron a las condenas de Glas, de su tío y de otros altos funcionarios de su país como el excontralor general de la Nación Carlos Polit. Él mismo puede dar fe que los procesos no fueron movidos con intención política alguna.
Glas está condenado a seis años de prisión por el delito de asociación ilícita. La justicia comprobó, en virtud de las confesiones de ejecutivos de la firma brasilera, que recibió US$8,3 millones por concepto de coimas. Los cobros eran hechos por intermedio de su tío, en una habitación del Swissotel de Quito,uno de los mas exclusivos de la ciudad.
Su tío Jorge Rivera Arauz fue hallado culpable de asociación para delinquir, encarcelado y multado con US$7.5 millones.
Carlos Polit Faggioni, excontralor General del Estado de Ecuador y aliado en la misma trama, está condenado, junto con su hijo Jorge Polit Estévez, a 6 años y tres meses de cárcel por el delito de concusión. Polit borró de los sistemas oficiales los rastros de los antecedentes fiscales de Odebrecht para que la compañía pudiera seguir contratando en su país.
De la misma lista hace parte Alecksey Mosquera, exministro de Electricidad del Ecuador, condenado inicialmente a 6 años y nueve meses de prisión por el delito de lavado de activos. Su pena fue rebajada a cinco años por haber enseñado a leer a presos de compartían con él reclusión preventiva.
Jorge Glas recibió una condena adicional por trece años e inhabilidad para ejercer cargos públicos. En junio pasado, el tribunal de la Corte Nacional de Justicia de Ecuador lo condenó por malversación de fondos durante el proceso de reconstrucción de las zonas más afectadas por el terremoto de magnitud 7,8 que sacudió la costa ecuatoriana en abril de 2016 y dejó cientos de víctimas fatales. Junto a Glas, también recibió los mismos años de prisión Carlos Bernal, exsecretario técnico del Comité de Reconstrucción de Manabí, creado con el objetivo de implementar las obras de mayor urgencia para socorrer a la población duramente golpeada por el sismo.
El anuncio de la nacionalidad lo hizo del propio Presidente Petro en su cuenta X.

El debate sobre el otorgamiento de la nacionalidad colombiana a Glas apenas comienza y desde ya surgen estas preguntas: ¿Cuál son los vínculos de arraigo de Glas con Colombia? ¿Qué ha hecho él por el país para merecer el título de colombiano?
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