Por más frases repetidas hasta el cansancio, como “¡La plata alcanza, cuando nadie se la roba!”, el manejo presupuestal del municipio de Tunja durante 2024 se convirtió en un ejemplo de cómo las buenas intenciones pueden derivar en graves errores cuando no se acompañan de criterio técnico, capacidad operativa y responsabilidad política.
La decisión del alcalde
El alcalde Mikhail Krasnov, en un gesto de supuesta transparencia, asumió directamente la ordenación del gasto el 5 de enero de 2024, según el Decreto 0030. En sus palabras:
“Cada peso que se vaya a invertir, gastar o usar en la alcaldía pasará por mi supervisión.”
Lo que no explicó a la ciudadanía fue cómo pensaba asumir esa carga de manera eficiente. La centralización del gasto colapsó la contratación y concentró en su despacho una responsabilidad que terminó manejándose con lentitud, ineficacia y signos de clientelismo, como la firma de contratos con el abogado Juan Sebastián Ramírez García.
Un superávit escandaloso
La decisión de no delegar esta función, que tradicionalmente recaía en la Secretaría de Contratación, provocó una parálisis en múltiples procesos y una ejecución presupuestal tan baja que dejó más de $62.000 millones sin ejecutar en 2024. Recursos que debieron transformarse en obras y programas sociales, pero que se quedaron en cuentas bancarias.
La complicidad del Concejo
Pese a este fracaso, el Concejo de Tunja aprobó el Proyecto de Acuerdo 003 de 2025, que adicionó más de $111.000 millones al presupuesto vigente, incluyendo los dineros no ejecutados del año anterior. La votación fue:
- A favor (11 votos): Laura Silva, Pedro Pineda, Mario Junco, Sandra Estupiñán, Camilo Ríos, Camilo Hoyos, Juan Escobar, Giovanny García, Alfredo Arias, Yeison Pérez, Brahiam Quintana.
- Ausente (1): Andrés Felipe Duarte González.
- En contra (5): Román Quintero, Javier Mesa, Yamit López, Simón Parra y Edwin Rodríguez.
El bloque mayoritario, conocido como “los 12 apóstoles” de la coalición de Krasnov, avaló la adición presupuestal sin exigir explicaciones ni compromisos de ejecución.
Consecuencias para la ciudad
La falta de control político abre un interrogante: ¿cómo se premia con más recursos a una administración incapaz de ejecutar los que ya tenía?
Las consecuencias pueden ser graves: debilitamiento institucional, pérdida de confianza ciudadana, programas sociales paralizados y un posible detrimento patrimonial que afectaría las finanzas de Tunja en el largo plazo.
En conclusión
Tunja no necesita discursos moralistas ni concejales complacientes. Necesita una administración que ejecute y un Concejo que vigile. Hoy, la ciudad paga el precio de la improvisación, la falta de autocrítica y la ausencia de control político.
Este análisis hace parte de un libro próximo a publicarse sobre Mikhail Krasnov y su gestión en Tunja.
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