La lluvia empezó como una sospecha. Unas gotas ligeras que cayeron en el Vive Claro, justo cuando Billie Joe Armstrong tocó el primer acorde de American Idiot, la canción con la que Green Day abrió el concierto en Bogotá este 24 de agosto. Era como si el cielo hubiera esperado ese momento para anunciar que la noche no sería corriente. Y no lo fue.
Casi 40 mil personas, empapadas y felices, estrenaron el Vive Claro Distrito Cultural, el nuevo lugar para conciertos de Bogotá, esa mole de acero, gradas y césped que ya le compite al mismísimo Estadio El Campín en aforo y en épica. Esa noche de agosto la ciudad asistió al bautizo de un escenario que busca cambiar la manera en que se viven los espectáculos masivos en Colombia.
Desde las seis de la tarde, los alrededores del Vive Claro se llenaron de camisetas negras, banderas de colores y vendedores que ofrecían ponchos de plástico contra la lluvia. “Lleve, lleve, que hoy llueve”, gritaban, y parecían adivinos. Nadie quería perderse ni el regreso de Green Day a Bogotá ni el primer latido de este nuevo recinto que Ocesa, con el respaldo de Claro, levantó en el corazón de la ciudad.
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Pasadas las nueve de la noche, con el público ya convertido en un rugido colectivo, Armstrong apareció vestido de negro. Bastaron los primeros versos para que la multitud se desbordara. Y ahí, como un guiño perfecto, después de un “viva Colombia” el aguacero se soltó. El agua no apagó la fiesta y por el contrario, la convirtió en ritual. Los saltos, los coros, la electricidad de la música parecían retar el aguacero.
El repertorio fue un viaje en el tiempo. Basket Case, Boulevard of Broken Dreams, 21 Guns, Wake Me Up When September Ends. Himnos que pertenecen a varias generaciones de colombianos, desde los que crecieron en los noventa hasta los que han descubierto esta gigante banda de punk rock en YouTube y Spotify. En cada canción, el público coreaba como si se tratara de su propia historia.

El rock de Green Day volvió a fundir 40 mil desconocidos en una misma emoción mientras que en el escenario, Billie Joe ondeaba la bandera de Colombia al mismo tiempo en que subía una fanática a cantar con él. La imagen —ella temblando de nervios, él sonriendo cómplice— se convirtió en uno de los recuerdos más compartidos de la noche.
El recinto que soñaba Bogotá
Con el concierte de Green Day quedó demostrado que Vive Claro Distrito Cultural no es un estadio más. Aunque hubo críticas: como el movimiento de las tribunas de acero y el ruido incomodó a algunos vecinos, este escenario pasó la prueba de fuego y cumplió con el objetivo con el que fue creado, que Bogotá tenga un lugar a la altura de los grandes escenarios del mundo.
El complejo de con graderías desmontables, tecnología de punta en sonido, conectividad 5G instalada por Claro, de diseño sostenible que apuesta por paneles solares, manejo de aguas lluvias y amplias zonas verdes fue un éxito.
Luz Ángela Castro, directora de Ocesa Colombia, ya lo había dicho: “Este lugar nació para transformar la manera en que vivimos los conciertos en Colombia”. Y esa noche, con Green Day bajo la lluvia, esa frase fue una profecía cumplida.
El estreno no fue improvisado. TransMilenio activó rutas especiales que acercaban al público desde todos los puntos de la ciudad. Había buses de retorno hasta pasada la medianoche, parqueaderos en la Biblioteca Virgilio Barco y en hoteles de la zona, y aplicaciones que orientaban al público para evitar aglomeraciones. Nada quedó al azar.
Ni siquiera la polémica legal que acompañó el nacimiento del recinto. Semanas antes, una jueza había despejado dudas sobre la seguridad y operatividad del lugar, garantizando que el concierto podía realizarse sin contratiempos. El resultado fue evidente: buena organización, ingresos fluidos, y una salida lenta pero ordenada que desmintió el fantasma del caos.
La sociedad detrás del éxito
El debut del Vive Claro fue también el debut de una alianza estratégica. Ocesa, la productora mexicana con experiencia en subir en escenarios en Colombia a artistas como Coldplay o Harry Styles, encontró en Claro Colombia un aliado que le dio músculo y tecnología al proyecto. Rodrigo de Gusmao, presidente de Claro, lo explicó en términos sencillos: “Queremos que cada fan comparta en vivo lo que está viviendo aquí”. Por eso instalaron más de 12 mil metros de fibra óptica en el recinto.
La apuesta de Claro no se queda en el nombre del escenario. Se trata de una jugada de largo aliento: ser protagonista en la industria del entretenimiento, esa que mueve multitudes, emociones y memorias colectivas. Green Day fue solo el inicio. En los próximos meses, el Vive Claro recibirá a Kendrick Lamar, Shakira, Imagine Dragons, Guns N’ Roses y hasta My Chemical Romance en su primera visita a Colombia. Un calendario que suena a sueño adolescente y a triunfo empresarial.
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