Durante 20 años Evo Morales fue el indiscutido sinónimo de poder en Bolivia. A sus 66 años, enfrentando las elecciones presidenciales, Morales permanece hoy en su bastión del Chapare, donde se refugia desde hace meses, tras emitirse una orden de arresto en su contra. Desde Cochabamba, unos dos mil campesinos cocaleros montan guardia.
El enfrentamiento abierto con el presidente Luis Arce, quien ganó la presidencia con las banderas del Movimiento al Socialismo ( MAS), fundado por Evo, ha sido el punto de quiebre de su liderazgo. Ha llamado a la población a manifestar rechazo a través del voto nulo en las elecciones de este domingo, de las que fue inhabilitado. Una estrategia política pierde-pierde, según los analistas.

Esa palabra nunca estuvo en boca del líder aimara que ganó tres elecciones, una revocatoria y un referendo, que permaneció 13 años y 292 días en el Palacio Quemado, que ocupó todos los espacios políticos de Bolivia.
Pero en 2019 la búsqueda de un cuarto mandato consecutivo impedido por la constitución pero avalado por fallo judicial, forzó unas elecciones, que fueron el principio del descenso. En su contra tenía escándalos de corrupción que involucraban hasta una mujer llamada Gabriela Zapata, con la que habría tenido una relación sentimental, los ataques a los medios, la clase media furiosa por el culto a la personalidad, la Casa Grande del pueblo que costó USD 34 millones con una suite de lujo para el presidente y una habitación de 61 metros cuadrados. Los comicios en que se enfrentó al expresidente Carlos Mesa se realizaron el 26 de octubre. La Organización de Estados Americanos (OEA) denunció irregularidades que desencadenaron un mes de protestas y 37 muertos. En medio de la crisis, Evo renunció, denunció un "golpe de Estado" y abandonó el país temporalmente.
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A su regreso colocó en las elecciones presidenciales a su exministro de Economía, Luis Arce y desde entonces, quedó en claro que las dos cabezas del MAS no podían detentar juntas el poder.
El choque entre Arce y Morales ha ido más allá de una de una disputa personal y parece haber sido el camino hacia el fin del poderoso partido que los llevó al poder a ambos.
La era de Evo y el MAS
El MAS llegó a Bolivia con el siglo. Con el desgaste de los partidos tradicionales, la desconexión entre el campo y la ciudad y estallidos sociales que capitalizó hasta alcanzar la presidencia. Con el 54 % de los votos Evo ganó en enero del 2006, los indígenas lo coronaron primero como el Gran Cóndor y corearon por todo el país “Somos presidentes”, uno de ellos había llegado al palacio de gobierno. Él tomó las riendas de Bolivia emocionado hasta el llanto entre multitudes esperanzadas que lo exaltaban sin pudor, en el Parlamento de donde había sido expulsado cuatro años antes.

“Los pueblos quieren transformaciones profundas sin guerras”, le había dicho Fidel Castro una tarde del 2003 en La Habana. Morales, formado como sindicalista cocalero en el Chapare, había llegado a lo que más temía: la política. Consignó, entonces, esas transformaciones en los diez mandamientos prometidos durante la campaña que incluían la nacionalización de los hidrocarburos, la industrialización del gas, la Asamblea Constituyente, una ley contra la corrupción, una ley de austeridad estatal, control de tarifas de los servicios públicos y una reforma agraria.
En los primeros seis meses el decálogo ya estaba puesto en marcha, había empezado un viraje en las relaciones con Estados Unidos, para eliminar la dependencia de 50 años. Y estaba preparando la Constituyente para refundar Bolivia que fue refrendada por el 61,43% de los bolivianos. El 80 % votó por limitar en 5.000 la cantidad de hectáreas que puede poseer un solo ciudadano.
Su ministro de Economía, Luis Arce fue entonces el artífice del “milagro boliviano”, durante once años hasta que renunció por motivos de salud. Es un autoproclamado socialista que cita a Marx y Engels, dijo de él el Wall Street Journal. Hoy el milagro ha mutado a debacle.
El MAS ganó las elecciones presidenciales de 2005, 2009 y 2014 con Evo Morales como candidato, en 2009 con un contundente el 64% de los votos. Después de ello empezó el primer quiebre con la burocratización del partido y la separación de la base militante.A ello siguió desde 2014 lo que el ex vicepresidente Álvaro García Linera, otro de los pilares del gobierno, llamó los ‘libre pensantes’, miembros que empezaron a hablar y criticar en público. Analistas sostienen que esa “oligarquización” empezó a hacer más daño cuando esa élite articuló el culto a la personalidad.
Cuando Morales renuncia y se va de Bolivia: algunos políticos que pertenecían al MAS se salen, se vuelven disidentes”.
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Evo regresa de su asilo en Argentina y pone en la presidencia a Luis Arce. las divisiones internas salen a flote, No solo por la posibilidad de conciliar la cabeza del partido político con el Gobierno de ese partido. La división llegá al punto que surgen los arcistas y los evistas.
Evo hace oposición. Se va lanza en ristre contra los ministros de Arce y llega hasta el presidente cuestionado sus habilidades como economista.
“¡Basta Evo!”
De ahí en adelante las decisiones son más aventuradas políticamente. Al lanzarse a la presidencia corta totalmente con Arce. Jueces del entorno presidencial lo detienen en una investigación por una relación con una menor de 15 años. Y es inhabilitado como candidato presidencial para los comicios de 2025 debido a los límites constitucionales sobre la reelección.
Cuando Evo convocó una marcha hasta La Paz para forzar al Tribunal Supremo a validar su candidatura, en septiembre pasado, Arce estalló con ““¡Basta Evo!” que remató con “No arriesgues la democracia ni arrastres a la muerte al pueblo solo por tus ambiciones personales”. La ruptura había sido explícita.
La estrategia electoral de Evo lo ha llevado a darle la espalda al candidato de izquierda de quien fuera su mentor político, Andrónico Rodríguez, presidente de la Asamblea, de 36 años, prefirió llamar al voto nulo. Requeriría sacar un 16 % y por al momento marca un 7 % en las encuestas entre los 8 candidatos y Rodríguez está en el tercer lugar sin posibilidad alguna de remontar. La movida de Evo Morales es errática por donde se le mire: si el voto nulo pasa el umbral quedaría de segundo y el ganador sería el empresario Samuel Doria o el expresidente Jorge Tuto Quiroga, ambos candidatos de la derecha.

Samuel Doria Medina, es un paceño de 66 años, que llega con el respaldo del mundo empresarial y una carrera política que lo ha llevado a ocupar, en los noventa, el Ministerio de Planificación y fundar el Frente de Unidad Nacional, Es economista formado en EE. UU. e Inglaterra, y sobrevivió a un secuestro (1995) y a un accidente aéreo (2005).
Propone un giro liberal, cerrar empresas públicas deficitarias, eliminar subsidios a los combustibles, recortar el gasto y devolver la autonomía al Banco Central. Atraer inversión extranjera, especialmente en litio.

Jorge Tuto Quiroga, de 65 años, ocupó la presidencia de Bolivia entre 2001 y 2002, y su campaña ha sido frontal contra el MAS. Ha prometido los que llama un “cambio sísmico” para “recuperar los 20 años perdidos” bajo los gobiernos de Evo y Arce y tratados de libre comercio con todos los países.
Así las cosas, la derrota de la izquierda y del partido de Evo Morales que gobernó 20 años, parecería irreversible este domingo 17 de agosto.
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