Diversos medios de comunicación difundieron ampliamente la noticia sobre las declaraciones dadas en la Fiscalía, por la muchacha capturada dentro de las investigaciones que se siguen por el atentado contra Miguel Uribe. Caterine Andrea Martínez, conocida como Gabriela en la estructura delictiva, de acuerdo con los extractos de su declaración publicadas en la prensa, contó cosas verdaderamente reveladoras en torno a los hechos.
Cualquiera puede encontrar por internet lo que se publicó sobre su versión, así que no voy a repetirlo. Pero, creo que sí se pueden aventurar algunas conclusiones al respecto, aunque la última palabra la tengan los investigadores y jueces encargados del caso. La primera aparece de bulto. Los autores materiales del atentado contra el senador del Centro Democrático fueron los integrantes de una banda de sicarios que trabaja con el narcotráfico.
Banda que, según se desprende de lo declarado, fue contratada para cumplir esa tarea. Una práctica que se extendió en Colombia, y seguramente en otras partes del mundo, en correspondencia con el modelo económico propuesto por las políticas neoliberales desde finales de los años ochenta. Lo llaman tercerización, y su propósito, además de mantener oculto a quien contrata al sicario, apunta a que quienes se encarguen sean profesionales en la materia.
Después de todo, matar a otro, y más cuando cuenta con alguna protección a superar, requiere de experiencia. En este caso algo falló. El arma había sido preparada para disparar en ráfaga, pero, por alguna razón, los disparos salieron de uno en uno, lo que seguramente afectó su precisión. Gabriela simplemente se ocupaba de llevar el arma y entregarla al sicario. Pero en esa tarea se enteró de muchas cosas comentadas en el grupo.
Llaman la atención las relacionadas con un grupo guerrillero del Caquetá. Y ciertas infidencias entorno a que gente que trabajó con el paisa Oscar tuvo también tratos con ella. De hecho, el costeño, como le decían a su jefe en la escala jerárquica, le ofreció ocultarla en ese departamento, donde él la contactaría con su grupo amigo, en uno de cuyos campamentos podría incluso hacer cursos para francotiradora y manejo de drones.
En los tiempos de las verdaderas FARC existió una columna, la Teófilo Forero, al mando del paisa Óscar, cuya área de operación fue precisamente el Caquetá y el Huila. Cuando el paisa, varios años después de la firma del Acuerdo de Paz, optó por sumarse a la disidencia de Iván Márquez, que adoptó el nombre de Segunda Marquetalia, esta organización obtuvo un fuerte asiento en esos departamentos. Balsillas es un buen ejemplo de eso.
Algo contribuye a precisar aún más el hilo que ata a ese grupo disidente al caso de Miguel Uribe. Lo revelado por Gabriela sobre los planes para asesinar a Gabriel Ángel, firmante de paz
Desde cuando este último fue víctima de un atentado frustrado providencialmente en julio de año anterior, todas las cábalas sobre el origen del mismo se dirigieron hacia el grupo de Iván Márquez. Por sus resentimientos políticos contra uno de sus críticos más agudos.
Desde los tiempos de los diálogos de La Habana fue público que Gabriel Ángel se opuso decididamente a los planteamientos de Jesús Santrich e Iván Márquez, por considerarlos completamente descabellados. Las diferencias se profundizaron aún más tras la firma del Acuerdo, la detención de Santrich y la creación de la Marquetalia de segunda, como decidió llamarla Gabriel. Lo más probable es que un atentado contra su vida proviniera precisamente de ella.
Gabriela contó que a las tareas de transportar una y otra arma, le fue sumada la de guardar un poderoso explosivo en su vivienda, hasta cuando lo recogieran para ejecutar un atentado. Se trataba de transportarla hasta un conjunto residencial en donde habitaba la víctima señalada, un firmante de paz al que llevaban tres años buscando matar, y por cuyo trabajo pagaban mil millones de pesos, además de un importante ascenso en la banda criminal.
El hecho de que su objetivo contara con un esquema de seguridad y de que evitara las rutinas les había impedido cumplir con su propósito. En resumen, lo que está claro es que la misma banda que atentó fallidamente contra Gabriel Ángel e insistía ahora en su plan criminal, fue la misma que contrataron para matar a Miguel Uribe. No hay que ser un genio para imaginar que el contratante en ambos casos haya sido el mismo, la Marquetalia de segunda.
También puede ser que la misma banda, por coincidencia, haya sido contratada por distintos autores intelectuales. Podría ser, pero, los indicios sobre la relación con un grupo guerrillero del Caquetá y la gente del finado paisa Óscar hacen pensar otra cosa. Lamentable que hayan tenido que atentar contra un personaje como Miguel Uribe, para que la Fiscalía adelante alguna gestión para investigar sobre el atentado contra Gabriel Ángel. Esto es Macondo.
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