Señores: Para cualquier deportista nacional o internacional, en cualquiera que sea el deporte que practique, la máxima ilusión es vestir la camiseta de La Selección de su país, en una competencia internacional.
No es un trapo amarillo, azul y rojo que se pone encima, como la camiseta deshilachada con que duermen. Es vestir 50 millones de colombianos, que tienen fe, esperanza, actitud, y una fuerza adicional que nos da orgullo.
Significa haber sido escogido entre millones de colombianos para representar la Patria. Es vestirla nueva, limpia, bella, y quitársela después, usada, sucia, manchada, rota, si es el caso, por la lucha en el campo y empapada de sudor.
Si es fútbol, el césped verde del inicio del partido, debe quedar al finalizar lleno por todas partes de charcos húmedos amarillentos con tintes azules y rojos. Es sudar la camiseta. Es representar y luchar con altivez por la Patria, ante cualquier otro que sea el equipo rival.
La camiseta de la Selección Colombia, en cualquier deporte, no se la pone cualquiera. Hay que tener talento, ganas, actitud, profesionalismo y orgullo y salir al campo a morir por ella.
Sí, a morir. Pero con la camiseta puesta. Es que no es usted solo, somos 50 millones de colombianos que cabemos dentro de ella. Y si siente que no puede o que le queda grande, hay 49 millones, 900.000 colombianos que daríamos la vida por vestirla y representar a la Patria.
No se la pongan por qué es bonita. Eso es para los hinchas. Póngasela porque tienen que matarlo para quitársela.
También le puede interesar:
Anuncios.
Anuncios.