En Bogotá, el robo de motocicletas se convirtió en una rutina tan constante que ya no sorprende a nadie. En lo que va de 2025, más de dos mil motos han desaparecido de las calles de la ciudad. Son trece cada día, una cada dos horas, como si alguien hubiera programado una alarma para que no pasara demasiado tiempo sin que una moto cambiara de dueño por la fuerza.

Las noches entre semana se han vuelto el escenario favorito para los ladrones. De lunes a viernes, cuando el tráfico baja y las calles se vuelven más oscuras, las cifras de hurtos se disparan. La forma de hacerlo varía: la mayoría de las veces basta una llave maestra —más de 3.700 casos fueron así—; en otros 2.200 robos, los delincuentes ni siquiera usaron armas. Pero hay escenarios más violentos: en al menos mil ocasiones hubo armas de fuego de por medio; en una treintena, cuchillos. Incluso 50 motociclistas fueron víctimas de escopolamina antes de perder sus vehículos.
El mapa del hurto dibuja sus propios epicentros. Kennedy encabeza la lista con más de 315 motos robadas. Luego vienen Engativá con más de 240, Bosa con 220, Ciudad Bolívar con cerca de 200 y Suba con más de 150. En esas localidades, los talleres improvisados, los callejones y los cruces sin cámaras de seguridad se convierten en tierra fértil para los ladrones.
Las cifras acumuladas durante la administración de Carlos Fernando Galán son contundentes: desde que comenzó su gobierno, se han robado 7.522 motocicletas. Solo en 2024 fueron 5.509, es decir, 15 motos al día, casi una cada hora y media. Y en los primeros seis meses de 2025 la cuenta ya va en 2.013, manteniendo el promedio de trece robos diarios.
Detrás de esas estadísticas hay historias que se repiten. En algunos casos, después del robo, los ladrones llaman al dueño de la moto. No es para burlarse: es para negociar. Piden hasta cinco millones de pesos a cambio de devolver el vehículo, como si se tratara de un rescate.
Las autoridades insisten en que hay avances. Este año, la Policía ha recuperado unas 570 motocicletas y capturado a 48 personas en flagrancia. Además, según los reportes oficiales, el hurto bajó un 33% en comparación con 2024: entre enero y mayo del año pasado se presentaron 2.462 denuncias, y en el mismo periodo de 2025, la cifra cayó a 1.642.

Los esfuerzos se han concentrado en zonas que llevan años con fama de ser el corazón del comercio ilegal de repuestos y motos robadas. Barrios como La Estanzuela, Siete de Agosto, Restrepo y La Favorita, en el centro de Bogotá, siguen bajo vigilancia permanente. Allí, en medio de talleres viejos y bodegas sin letreros, los operativos buscan frenar una cadena delictiva que parece tener la habilidad de reinventarse cada vez que la policía intenta cortarla.
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