El libro empieza, como deben empezar los buenos libros, con una muerte. O varias. O muchas. "Muertes y Muertecitas" de Humberto de la Calle no es solo un título con su juego de tamaños y de ironía, sino un aviso, una declaración de principios, una confesión de parte.
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Humberto de la Calle, el hombre que sobrevivió a la política colombiana, fue el mismo que firmó la paz con las Farc para después ver cómo se despedazaba poco a poco. Fue vicepresidente de Ernesto Samper, una vicepresidencia a la que él renunció sin mucho entusiasmo. Fue también uno de los que escribió la Constitución del 91 y la ha visto envejecer.
Después de construir la paz con las Farc de Tirofijo quiso volver al Senado y se unió a Ingrid Betancur y su Verde Oxígeno, ahora, dos años y medio después, en medio de choques con la fundadora del partido, dio un paso al costado mientras se enfocaba en terminar su libro. Porque escribir es su manera de seguir en el ruedo sin que lo llamen a la arena. Esta vez elige como tema la muerte, la de otros, la suya, la de todos.
El libro es una colección de relatos, algunos breves y otros más cortos. Casi como si se propusiera una antología de finales, o un catálogo de terminaciones. Hay muertes reales y muertes de papel, hay humor y hay solemnidad. Hay un De la Calle que juega a ser escritor —y lo logra— con un estilo afilado, rápido, lleno de esa ironía elegante que da la edad y la distancia.
En el fondo este libro es eso: distancia. Una forma de mirar desde lejos algo que nos acecha de cerca, la muerte a la que casi todos le huyen. Parece que De la Calle al escribir sobre ella la domesticara un poco. Parece que en medio de las páginas ella se hace más pequeña. Más muertecita. Parece también que escribiendo sobre ella lograra recuperar un poco del infinito dolor que lo acompaña desde mayo de 2020 cuando aquella muerte desconsiderada se llevó de su lado a Rosalbita, la caldense que lo acompañó como amiga y esposa por más de 4 décadas.
Humberto de la Calle escribe con la calma de quien ha visto demasiado cerca, pero también escribe con la acidez de quien ya no tiene mucho que perder. Cada historia metida en estas páginas es un ajuste de cuentas con la vida y sus maneras de terminarla. De la Calle aborda esta temática con seriedad y también con humor para mostrar que la muerte tiene diferentes rostros, y que siempre está al acecho.
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