Las políticas vengativas del regreso de Trump a la Casa Blanca tienen al mundo en vilo

Trump regresa al poder con una agenda agresiva: desafíos internos, tensiones globales y una cruzada contra quienes lo enfrentaron en su primer mandato

Por: Francisco Henao
abril 10, 2025
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Las políticas vengativas del regreso de Trump a la Casa Blanca tienen al mundo en vilo

El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca no era algo “anunciado”, sin embargo, existía el temor de que volviera. Y volvió. Los antiguos temores renacieron, pero esta vez más acentuados y de mayor calado. Accidental, se pensó que fue su triunfo de 2016. Con la llegada de Joe Biden en 2021, todos pensaron, “la democracia se normalizó”. No había tal, la segunda victoria de Trump, confirmó que las estructuras que componen el andamiaje democrático, necesitan un revolcón al interior del país y a nivel internacional empezaron de nuevo las tensiones con China, Asia, Europa. La segunda presidencia ya estaba fotografiada en su mandato 2017 a 2020. Los que evadieron esta realidad tendrán que apechar con las responsabilidades.

Nuevo rumbo

Si pensamos en el mandato de Joe Biden, también hubo tensiones: la abrupta y caótica retirada de tropas de Afganistan en 2021, motu proprio, sin avisar a nadie. La Ley de Reducción de la Inflación de 2022 (IRA) que deterioraba las relaciones comerciales y se veía como un proteccionismo disfrazado. Y la dolorosa herida que provocó en Francia la rescisión del contrato de los submarinos que se daba por hecho con Australia; París dijo que fue, “una puñalada por la espalda”. Si Biden impuso su toque personal; un Trump con ansias de establecer una “nueva era dorada” (discurso 20 enero) viene dispuesto a todo. Quien se oponga debe caer.

MAGA contra el mundo

Esa disposición es para todos, aliados extranjeros, y la sociedad civil estadounidense. Contradecirlo es una herejía. Y las herejías sabemos que terminan en actos dolorosos. Sus dardos van a los medios de comunicación como vimos en el capítulo anterior. Al VOA lo pone a funcionar a su imagen y semejanza, si quiere continuar. A sus socios comerciales los quiere doblegar con los aranceles. A las universidades las tiene en jaque de no seguir sus directrices: antisemitismo, acabar contratación DEI, nada de políticas transgénero, si no, terminar contratos federales y subsidios, como el de 9 mil millones de dólares con que amenaza a Harvard porque aduce que la escuela ha dejado correr libre el antisemitismo.

Canadá

En Canadá armó tal zozobra que cayó el Gobierno. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, cenó con Trump en Mar-A-Lago a finales de noviembre. Trudeau conocía bien las publicaciones en redes sociales y las tácticas de negociación de Trump. Fue primer ministro durante su primer mandato. En 2019 Trump no acudió a una rueda de prensa de la OTAN porque interpretó que Trudeau se había reído de él delante de otros líderes y lo llamó “hipócrita”. Trudeau parecía destinado a volver a entenderse esta vez con Trump. Calculó mal y terminó siendo insolvente. Lo sucedió en el liderazgo del Partido Liberal, que lleva 15 años en el poder, Mark Carney, y este, para fortalecer su liderazgo, convoca elecciones para el 28 abril. “Enfrentamos la crisis más grave de nuestras vidas por las acciones comerciales injustas de Trump y sus amenazas a nuestra soberanía”, dijo Carney, que aprovecha la ocasión para remover el patriotismo.

Canadá tiene problemas entre anglófonos y francófonos. El nacionalista Quebec hizo un referéndum en 1995 para independizarse de Canadá. Ganó el no por un estrecho margen. Habría que preguntar al nacionalismo quebequense de hoy (abril 2025) qué piensa de la propuesta de Trump de hacer parte de Estados Unidos. Los estadounidenses “quieren nuestros recursos, agua, nuestra tierra, nuestro país. No permitiremos que eso ocurra”, aseguró Carney, y convocó elecciones anticipadas con un objetivo claro: un mandato fuerte para frenar a su vecino del sur. Carney ya está en campaña. Es un liberal no ducho en política, viene de la banca. Un problema que enfrenta Carney: no habla francés, en Quebec está mal visto hablar en inglés. Carney enfrenta al líder conservador Pierre Poilievre, por el contrario, habla un francés impecable y es un político de larga data que ha intervenido en siete elecciones.

Groenlandia

JD Vance, vicepresidente de Estados Unidos, el 28 marzo viaja a Groenlandia. Va con el pretexto de visitar la base más septentrional de la Fuerza Espacial de EE.UU., pero está claro que su objetivo es presionar a Groenlandia. Donald Trump ha prometido adquirir su tierra de “una forma u otra”. Vance deja un mensaje específico, ellos han sido olvidados por los líderes daneses, de los que dependen para obtener apoyo financiero y militar “llevan décadas minusvalorando a los groenlandeses, dándoles un trato de ciudadanos de segunda clase y abandonando la infraestructura de la isla”. Muchos en Groenlandia quieren la independencia de Dinamarca.

Los inuiits, nativos de Groenlandia, son el 90% de la población groenlandesa, su plato principal es a base de carnes de foca, ballena o reno. Qupanuk Olsen, nativa de la isla, es su mayor influencer, expresa una opinión muy extendida entre los habitantes: “Deseamos la independencia de Dinamarca. No queremos formar parte de Estados Unidos, no queremos otro colonizador”, comenta en CNN.

Lo que atrae es su ubicación geográfica en el Ártico, apetecida por Rusia, China. Aquí es fácil detectar sistemas de satélites y misiles. Tierra con abundantes recursos naturales. Atractiva para el turismo. El cambio climático está abriendo nuevas rutas marítimas. Es una rara joya que EE.UU. quiere controlar.

¿Qué pensó Woodrow Wilson?

La pudo haber comprado a Dinamarca en 1917, pero el gobierno de Woodrow Wilson no le vio ningún atractivo, y más bien prefirió comprar las Islas Vírgenes de los Estados Unidos -antes llamada Indias Occidentales Danesas-, colonizada por los daneses, cuando los europeos tomaban posesión de las tierras en nombre de su rey. Ellos las vendieron porque la cosecha de caña de azúcar se vino al suelo y porque vieron peligro de que Alemania invadiera Dinamarca en la IGM. Prefirieron recibir 25 millones oro. Wilson se desentendió de Groenlandia y la dejó al arbitrio de los daneses. Tal vez al presidente Wilson lo disuadió ese paisaje siempre blanco, un mar congelado, innavegable en invierno, un frío cuya perspectiva es la melancolía y paraliza el accionar. Hoy, el cambio climático -que Trump discute- ha cambiado estas condiciones y la tecnología ha hecho evolucionar los estilos de vida. Además, Trump, que es visceral en sus decisiones, desea afirmar sus instintos imperialistas.

Trump dice: “No podemos vivir sin Groenlandia”. Los inuiits están convencidos que habla en serio. El 7 enero, aterrizó un avión, apodado Trump Force One, en Nuuk, capital de Groenlandia. Sus habitantes dirigieron sus ojos hacia el avión, con una emoción indescriptible: por las escalerillas bajó Donald Trump Jr., todos esos ojos que vieron la escena, pensaron: “No es una pesadilla, es la realidad. Trump no es un charlatán”. El hijo del presidente, preguntado por los nativos, con no poca inquietud, manifestó que venía como “turista”.

La facundia de JD Vance

Pero el vicepresidente Vance, con su facilidad para verbalizar los temas que tiene entre manos, después de la visita, ha dicho que su país no descartaría el uso de la fuerza para resolver el asunto de Groenlandia, “el presidente Trump -dice Vance- lidera a Estados Unidos con la paz a través de la fuerza. Trump es un presidente de paz, queremos tener buenas relaciones con todos, incluidos Rusia y China, pero parte de las buenas relaciones consiste en demostrar fuerza cuando es necesario”. Acusó a Dinamarca de no haber hecho lo suficiente por Groenlandia, olvidaron invertir en la arquitectura de seguridad de este hermoso territorio, lleno de gente increíble, dijo Vance.

Vance se ha convertido en el samurai de Trump, capaz de defender y llevar la doctrina del presidente, allí donde vaya. Habla sin titubeos, sin importar el lugar donde esté. En la Conferencia de Seguridad de Munich, cuando dijo que en Europa hay “retroceso en la libertad de expresión”, la sala enmudeció. Se enfrentó a Zelensky en su encuentro en la Salón Oval. También en el Oval reprendió a Keir Starmer por las políticas de expresión de Gran Bretaña. Es el alabardero valiente, leal, apasionado, desacomplejado, capaz de comunicar la fría realidad sobre el mundo tal como lo está transformando su jefe Donald Trump.

Groenlandia es territorio de ultramar de la corona danesa, apropiarse de la isla significaría la ruptura de la OTAN y, conllevaría, implícito, que China tome Taiwán y que la OTAN quede al borde de la desaparición porque una guerra de Estados Unidos con sus propios aliados es impensable. Para los daneses el affaire Groenlandia es “la mayor crisis de política exterior desde la IIGM para Dinamarca”, dice Jon Clemmensen, de la Academia de Defensa Danesa, en TV2. Si en Groenlandia llueve, en Canadá no escampa.

Otro frente de batalla

La “revolución del sentido común” como la calificó el presidente en su discurso de apertura, se libra en varios frentes. La pelea contra jueces y abogados está en su cenit. Cada minuto resuena un batacazo. El 1 abril comienzan los despidos masivos de los trabajadores de la salud, por un lado. Trabajadores federales despedidos piden a los senadores que los defiendan, por el otro lado. La agencia DOGE continúa su cruzada de despidos. Surgen preguntas: ¿Este fenómeno de ‘expropiación’ generalizada está amparado en la legalidad? ¿quién detenta la legalidad? ¿la legalidad es como un ‘bien mostrenco’ a disposición del más diestro? Trump, con su arte de negociación, apunta a los bufetes de abogados, que están al otro lado de los jueces.

Paul Weiss

El dicho popular dice: el que la hace la paga. Tal parece ser la filosofía de Trump con todos aquellos que se dedicaron a perseguirlo una vez finalizado su primer Gobierno. Nadie tenía más imputaciones que él: lo acusaban de todo y de nada bueno. El objetivo era aniquilarlo. Lo miraban como un cadáver político que perdería hasta su capacidad de caminar. Pero 77 millones de votantes lo resucitaron. No fue un triunfo arrollador como él dice; Kamala Harris, a pesar de todo, obtuvo 75 millones. A partir de ese momento, Trump lanzó rayos y centellas, confirmando lo que había dicho en su campaña: Mis enemigos temblarán.

The Ickabog, el monstruo de la novela de J.W. Rowling, vivía al norte del reino, en una cueva en penumbra, era una enorme criatura con garras, los funcionarios de la corte lo señalaban de ser el culpable de todo y servía de pretexto para tener sometidos a todos los súbditos del reino de Cornucopia. Trump parecía un Ickabog que atemorizaba a todos. Pero el mito se terminó cuando ingresó triunfante a la Casa Blanca, el templo sagrado de la democracia mundial.

El 21 de marzo Trump revocó una orden ejecutiva contra el bufete de abogados Paul, Weiss, a cambio de proporcionar decenas de millones de dólares en servicios jurídicos gratuitos -exactamente 40 millones de dólares en servicios legales pro bono- para apoyar iniciativas de la Casa Blanca y a recibir sus prácticas de contratación. La medida llegó después de una reunión entre Trump y Brad Karp, presidente desde 2008 de Paul,Weiss, uno de los principales abogados litigantes y asesores corporativos del país. Quid pro quo, los contratos federales seguían vigentes, conservaban las autorizaciones de seguridad, a cambio renunciar al uso de contratos DEI.

Mark Pomerantz - John J. Gotti

Pero esta sanción destinada a Paul,Weiss, se hizo porque en el bufete trabajaba Mark Pomerantz, quien estuvo encargado de investigar las finanzas de Trump y quería enjuiciarlo. Escribió un libro en 2023, “El pueblo contra Donald Trump”. Pomerantz, émulo de Hércules Poirot, nacido en 1951 en Nueva York, toda su vida la dedicó a litigar en casos de cuello blanco y crimen organizado. Defendió casos de asesinatos, a traficantes de drogas, evasores fiscales y fraude financiero. Por clientes tuvo a senadores, gobernadores, presidentes de banco, mafiosos, gánsteres y asesinos.

En 2021 el fiscal de Manhattan - Mark ya jubilado- lo llamó por su rica experiencia, para que trabajara en la investigación del expresidente Donald Trump. Se metió de lleno en el mundo de Trump y la Organización Trump, como un auténtico sabueso de caza. Leyó y comparó todos los documentos, entrevistó a cientos de testigos, detalló los registros financieros, olfateó los rincones donde se pudiera ocultar información valiosa. Tan exhaustivo como Watergate, y con la seriedad de la investigación del asesinato de Kennedy.

Pomerantz armó el puzzle final con las pruebas suficientes para apoyar la opinión -sostenida por varios investigadores del mismo caso- de que el expresidente Donald Trump debía ser acusado de una serie de delitos financieros. Sin embargo, el fiscal de Manhattan no incoó el proceso. ¿Por qué? Pomerantz confirmó o vio como la forma de hacer negocios del magnate de Manhattan guardaban el mismo patrón que las prácticas empresariales de una conocida figura pública: el antiguo jefe de la mafia John J. Gotti.

Otro bufete: WilmerHale

Es una firma de abogados multinacional estadounidense con oficinas en Estados Unidos Europa y Asia. El 27 marzo Trump firma su decreto que penaliza a la firma legal. La orden suspende el acceso de los empleados de WilmerHale a instalaciones de información confidencial y a edificios gubernamentales, y además prohíbe a las agencias federales contratar trabajadores del bufete a menos que estén “específicamente autorizados”. Es obvio que semejantes medidas pueden llevar a la desaparición de la empresa.

WilmerHale tiene en su nómina 1.100 abogados. Según el National Law Journal, WilmerHale es la 45 firma más grande de Estados Unidos, con un billón y medio de dólares de ingresos brutos. Los bufetes manejan todos los vericuetos en que se meten las grandes compañías y los grandes capitales. Tienen que ver con lavado de activos, compañías automotrices, fusiones en bolsa y de grandes empresas, paraísos fiscales y todos los trucos que hay para evadir rentas. Dentons, por ejemplo, es otra de las firmas de abogados más grande del mundo, tiene más de 26.000 miembros en más de 200 oficinas en casi 90 países. Se puede decir, sin temor a exagerar, que estos conglomerados manejan el mundo, a base de toda la casuística que traen los códigos, y son los responsables de las grandes fortunas y de las inmensas bolsas de pobreza en todos los países, donde estos bufetes huelen el dinero.

Robert Mueller: William Barr

WilmerHale cayó en el ojo biónico de Donald Trump porque en sus oficinas laboraba el abogado Robert Mueller, que se encargó de investigar la posible colusión entre la campaña de Trump en 2016 con agentes rusos. Penaliza a la firma por vincular a Mueller, a quien asegura “acogió” después de dirigir “una investigación partidista contra el presidente y otras personas”. El republicano sigue blandiendo las teorías conspirativas. Afirma que WilmerHale “ha abusado de su práctica para participar en actividades que socaban la justicia”. Como ya lo hemos dicho atrás: Donald es el Estado y la ley. Él es el epítome de todos los filósofos y tratadistas que han tratado de hallar ¿dónde se origina la ley y su legalidad?

Mueller fue nombrado fiscal especial de este reporte, y según NYT renunció a trabajar en WilmerHale hasta el final de la investigación. Cuando Trump se enteró de este nombramiento dijo: “Oh, Dios mío. Esto es terrible. Este es el fin de mi presidencia”.  El informe final de Mueller tiene 300 páginas. El fiscal general, William Burr, dio al Congreso un informe censurado del fiscal especial, de 4 páginas: no encontró pruebas de colusión entre la campaña Trump y Rusia, y no pudo llegar a una conclusión legal sobre si el presidente obstruyó o no a la justicia, ni concluyó que el presidente cometió un delito ni lo exoneró.

Para Trump WilmerHale persigue “objetivos partidistas, apoya los esfuerzos para discriminar por motivos de raza y respalda la obstrucción de los intentos por impedir que los extranjeros ilegales cometan crímenes horribles y trafiquen drogas mortales dentro de nuestras fronteras”, dice la orden ejecutiva. Después de leer estas palabras queda en la boca el sabor de que WilmerHale es una organización criminal.

Brad Karp

Es el presidente del bufete Paul,Weiss, pero su figura ha quedado maltrecha después de que se doblegara ante las amenazas de Trump. La comunidad jurídica ha reaccionado. En vez de servilismo era preferible enfrentarlo, criticaron algunos abogados al despacho. Pone en riesgo el sustento de abogados y empresas, piensan otros. El mantra que están adoptando los que han sido atacados por Trump es ‘ceder en lugar de luchar’.

Karp dirigió un correo electrónico a sus empleados. Describió la situación como una “crisis existencial” para el bufete. Añadió que era muy probable que la firma no hubiera sido capaz de sobrevivir a una disputa prolongada con el gobierno Trump. La orden amenazaba “a nuestros clientes con la pérdida de sus contratos gubernamentales y la pérdida de acceso al gobierno si seguían empleando al despacho”.

Karp lamenta no haber recibido apoyo de otros despachos. Más bien, “querían ir agresivamente por nuestros clientes y reclutar a nuestros abogados”. Karp concluye que decidió llegar a un acuerdo con el gobierno “en cuestión de días”.

Trump se cura en salud y acude a su presunto don de la infalibilidad para justificar su persecución endiablada contra los que él juzga tienen posiciones partidistas y lo han perseguido en los bufetes de abogados, diciendo que lo hace en nombre de la seguridad nacional, y la Casa Blanca asegura que esas empresas no merecen tener acceso a información sensible del gobierno estadounidense. Dejamos pendiente este interrogante: ¿El Ickabog de la espléndida historia de Rowling era una criatura perversa o tierna? 

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